Ante el abandono administrativo y la falta de inversión privada en el barrio de Loisaida, al sudeste de Manhattan, una red de solares comunitarios presenta, desde los 60, un modelo de apropiación y resignificación del espacio público. Esta infraestructura de lo común espontánea y difusa combate desde la marginalidad la falta de equipamientos y zonas verdes del barrio. En su activación participaron vecinos, artistas, y arquitectos como Matta-Clark o Fuller. Los parámetros que conforman estos espacios ya no tienen que ver con la representatividad o monumentalidad tradicional europea, sino que son relacionales; se basan en condiciones de afecto y disidencia. Redibujar estas condiciones desde el ámbito arquitectónico permitirá generar herramientas operativas que amplíen el cocomiento y permitan, desde la perspectiva arquitectónica, extrapolar a procesos contemporáneos de las ciudades españolas el ejemplo neoyorquino.