Una vivienda para dos personas con una profunda relación con la tierra; con unos requerimIentos espaciales muy específicos: se precisan diversos espacios de almacenamIento para productos y herramientas del campo: vino y abonos, fruta, leña, maquinaria, etc.; además de unos requisitos funcionales muy concretos para la vivienda.

Se formula una dualidad entre esa vivienda útil y el uso para agricultura a través de la modificación de la topografía del terreno. Se aprovecha la necesaria excavación para el acceso de vehículos, para convertir el espacio de circulación y maniobra en un corral semienterrado en el que desarrollar las actividades al aire libre, que se vincula directamente con un espacio multifuncional que acoge los coches, los aperos de labranza, los barriles de vino y los almacenes de distintos productos del campo.

El muro de contención y cierre de la parcela respeto del camino de acceso, se pliega convirtiéndose en el contenedor de estos usos, y acogiendo el crecimiento estereotómico de la vivienda, que se apoya en los nuevos niveles generados, mejorando su inserción en el contorno. Una arquitectura que nace de la tierra, masiva y pétrea, y se extiende aligerándose en la planta alta, adquiriendo cierta imagen evocadora de lo tradicional.

La típica vivienda rural de dos plantas, se transforma, en su fachada sur, en un relajante chalé de planta baja. Para esto, buena parte de la tierra extraída en la excavación se emplea para elevar el terreno en el lateral sur de la parcela, permitiendo el acceso a nivel a los espacios de vida.

Una planta en forma de U se despliega orientada al sol, consiguiendo luz natural para todas las estancias. Acristalamos grandes superficies en estas fachadas, permitiendo el calentamiento de la vivienda con la radiación solar. Un pequeño patio garantiza la iluminación del corredor de acceso y la escalera, al tiempo que separa las zonas de día y noche. El quiebro en cubierta, realizado para reducir la escala de la vivienda e integrarla en el paisaje, permite la entrada directa del sol a la cocina y comedor, consiguiendo un nivel de iluminación similar al del espacio exterior. Un porche protege el salón y el despacho del fuerte sol del verano, permitiendo su entrada en invierno, y consiguiendo, con su menor altura libre, un espacio más acogedor.

Los acabados interiores unifican sus colores, empleando los mínimos posibles. Se igualan los pavimentos, ejecutados con gres porcelánico para reducir el mantenimiento y mejorar el comportamiento del suelo radiante, con la madera de roble que enmarca ventanas y conforma las puertas interiores.

Como colofón a la importancia dada al aspecto bioclimático de la vivienda, se instaló un sistema de calefacción y refrigeración pasiva geotérmica: aprovechamos la temperatura constante del terreno a elevadas profundidades, para reducir el consumo energético de la caldera. La unión de una idónea orientación de la vivienda y sus ventanas, con el sistema de climatización con mayor rendimiento, y con un cliente cuidadoso y atento a las necesidades de ventilación y conservación de calor; consiguió unos consumos energéticos mínimos comprobados ya con el inicio de la residencia en ella.