El desarrollo del proyecto, como desarrollo del propio devenir del ser humano, irá deformando el volumen blanco original adaptándolo a las necesidades del proyecto y a las circunstancias de la vida, fracturándolo, estirándolo y/o descomponiéndolo. La experiencia del vivir se reflejará en la aparición de óxido (signo de envejecimiento), tanto interna como externamente, mediante la utilización de superficies texturizadas en óxido de hierro y óxido de pizarra roja natural. La sustracción mediante vacíos (los anhelos y/o frustraciones del ser humano) y el uso de la descomposición de la luz solar mediante tamizaciones, difracciones y contraposiciones irá conformando los espacios internos y externos del proyecto del mismo modo que el aire que nos rodea se introduce en nuestros pulmones para dejarnos respirar.

La organización del programa se desarrolla partiendo de una distribución en planta que sitúa las áreas de cuartos húmedos, el aparcamiento y la escalera vertical en la orientación norte, donde la apertura de huecos –de formato vertical- al exterior se confiere como más opaca. Las habitaciones se disponen a orientación este o sol naciente disponiendo de huecos –de formato cuadrado- más comedidos. Las estancias vivideras, como son el salón y el comedor se orientan a sur, permeabilizándose al exterior por medio de huecos de formato horizontal abiertos a las terrazas y jardines exteriores que, mediante voladizos horizontales, actúan de protectores solares.
La galería exterior se dispone a oeste, donde el muro de pizarra roja oxidada se pliega delante de la cocina para conformar un volumen de aire que amortigüe la incidencia solar. La cocina-comedor-salón se conforma como espacio articulado abierto, donde es la chimenea, con dos escalones en sus dos laterales, la que los subdivide y los une al mismo tiempo.
La forma definitiva de la fachada sur es fruto de la voluntad de adaptación del ciclo solar de la zona en la protección de los huecos mediante las sombras arrojadas que de él se derivan.