La "nueva" Plaza Mayor rehabilita el espacio urbano existente anterior a las excavaciones arqueológicas para la recuperación de la antigua iglesia, dotando al centro de la ciudad de un nuevo gran espacio peatonal ligado al cambio de sección de la calle Mayor potenciando esta zona del centro, reconociendo su dinamicidad y proporciona un nuevo espacio de concentración y convivencia.
La urbanización del espacio resultado de la nueva plaza se organiza mediante las trazas de los restos de la iglesia original de la planta inferior, de manera que el edificio histórico deje sus huellas sobre el espacio urbano que lo protege.
Esta interacción entre los dos niveles se plasma de la siguiente manera:
Una pérgola que, con una formalización perfectamente geométrica y minimalista, pretende rememorar la posición inferior en la antigua iglesia del porche de la misma, donde se ha documentado que se hacían las reuniones vecinales en tiempos de la época, a modo de ágora o foro abierto, en el punto neurálgico de la vida social, económica y cultural de la época, recuperando pues esa vocación para el nuevo espacio resultante.
El cambio de pavimento entre el granito perimetral, que se extiende por la plaza continuando el pavimento de la calle, y el pavimento central de hormigón granel, que recorre el perímetro de la iglesia original, identifica, junto con el elemento pérgola una reinterpretación adaptada al siglo XXI de este tesoro histórico del municipio.