La reforma tiene lugar en un edificio del ensanche de la ciudad de Santiago, del año 1975, sobre una primera modificación realizada para uso de oficina, en la que se habían derribado todos los tabiques interiores, excepto los que delimitaban vestíbulo y el aseo de servicio  (que se reforma como cubículo en el centro). La oficina, potenciaba entonces el espacio continuo, caracterizado únicamente por dos muros curvos que limitaban las zonas de almacenaje e instalación informática, donde antes se ubicaban los baños. Se primaban los acabados neutros y naturales, como la tarima existente de madera y el blanco de paredes y techo. Se respetaban las huellas de tabiques, armarios y pavimentos cerámicos preexistentes, acabando los primeros en cemento pulido.  
Para su adecuación como VIVIENDA, además de dotarla de los espacios propios que garantizaran su funcionalidad, se fijó como principal objetivo mantener la continuidad espacial y su percepción global, conseguidos para el uso de oficina. Para ello, se plantearon una serie de «burbujas» , habitaciones mínimas, definidas por lados irregulares y curvas, que generaban la sensación  espacial de infinitud al no definir los espacios más públicos de la casa de forma rígida y con marcadas esquinas, sino mediante elementos de suaves contornos y fugas visuales. 
Se planteaba una vivienda de carácter experimental, alternativo, para alquiler de jóvenes, estudiantes, y por consiguiente, con la finalidad por una lado de priorizar el estudio frente al dormir en las habitaciones individuales (literas que liberaban el mismo espacio de cama para mesa de trabajo y estudio), y por otra, potenciar los espacios de reunión y relación de las zonas de día, donde se buscaba caracterizarlos con una gran versatilidad y polivalencia. 

Las cinco «burbujas», por su posición, dimensión y forma, generan el resto de los espacios necesarios de la vivienda, eliminando  el concepto de pasillo y la sensación de oscuros espacios de mera distribución. Permiten por tanto que todos estos espacios y recorridos queden bañados por luz natural, multiplicando su entrada, así como la ventilación cruzada, al conectar las dos fachadas del edificio, más cuando la vivienda se sitúa en la planta primera del inmueble.  Se potencian distintas visuales, y la conexión diagonal de la zona principal de estar y la cocina-comedor. 

La puesta en obra del planteamiento, consigue generar con el mismo número de habitaciones  y baños que la vivienda original, espacios  mucho mayores en las zonas de día, no sólo en cuanto a superficie útil sino a nivel de percepción espacial (cuenta con una gran sala de estar , una cocina-ahora comedor también-, permitiendo la inclusión de una tercera zona polivalente, de descanso junto a la chimenea),