Cargo Beach Club respira del lugar. Es un proyecto tremendamente contextualizado: pocas veces el recurso de los contenedores como arquitectura (denostado precisamente por tantas veces repetido) estuvo tan justificado. La playa donde se ubica convive con un telón de fondo que la convierte en un escenario muy particular y atractivo. Las enormes chimeneas de la central térmica confieren al lugar una identidad única e irrepetible, con atardeceres entre urbanos y apocalípticos, industriales, futuristas, decididamente contemporáneos.

La prefabricación es una apuesta por la rapidez, la facilidad y la limpieza. La estandarización y lo modular hacen de Cargo un proyecto eficaz: la pieza tiene que poder ‘desaparecer’ en los meses de invierno. Un beach club que se monta y se desmonta en apenas unas horas. Un kit que se despliega para ofrecer todos los servicios requeridos.

El kit está compuesto por tres containers de gran tamaño (12 metros de longitud), que albergan dos terrazas y la cocina/barra, otros tres de tamaño medio (6 metros de longitud), que conforman la terraza inferior, los aseos y el módulo de acceso a la planta superior. Al lugar de implantación solo se transportan los seis containers. Todos los materiales y mobiliario requerido llega al lugar dentro de ellos. No existe medio adicional. El kit incorpora mesas, sillas, barandillas, taburetes y todo el resto de elementos necesarios. Una vez ensamblados los containers en el lugar, sus paredes se despliegan a modo de grandes portones que harán las veces de suelo o de pérgola, o en ocasiones ambas a la vez. El ensamblaje se realiza por una sencilla apilación, que otorga al beach club una de sus singularidades: una terraza superior desde la que disfrutar de las vistas del mar, casi siempre sacrificada en este tipo de arquitecturas. De manera que en este beach club uno puede decidir tomar una copa sobre la arena o en una cómoda butaca a tres metros de altura.

Co-Autoría: Oriol Bordes