Dirigido a alumnos y maestros de arquitectura, así como a arquitectos que entiendan que en la buena docencia hay una semilla de cambio para el mundo. Que comprendan que cualquier oficio es un servicio y que por ello la docencia tiene la responsabilidad y la capacidad de madurar, transformar, sanar y mejorar la vida de maestros y alumnos, del mismo modo que la arquitectura tiene la responsabilidad de facilitar mejores escenarios para la vida plena y feliz de las personas. Que entiendan que la educación integral del alumno es un objetivo que mejora y amplía la mera formación profesional, y que quieran implicarse en estas apasionantes tareas de un modo entusiasta y propositivo
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