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Mirador de la Punta Llisera en Benidorm

Benidorm como destino resulta incomprensible para muchos, pues vende, aparentemente, un modelo obsoleto. Sin embargo, la ciudad es el tercer centro receptor de turismo en España, el segundo de Europa en ocupación hotelera, una localidad con un ambiente urbano y turístico único en el que anualmente millones de turistas ven satisfechas sus ilusiones y repiten su viaje.

Benidorm, efectivamente, se ha convertido en una de las ciudades de referencia en el ámbito turístico, tanto a nivel nacional como mundial, y aunque va quedando relegado para los españoles, sigue teniendo un lugar privilegiado. Su singularidad respecto a otras ciudades turísticas costeras es claramente identificable, pues las características geográficas del término municipal de la localidad son determinantes en su éxito. Por ello, la intervención que en su momento supone la ampliación del área urbana de la ciudad, enfoca un concepto claro de lo que se pretendía, una gran ciudad turística.

Y es que de Benidorm hay mucho que aprender. Se trata de una ciudad que para todos nosotros tiene una lectura muy característica. Probablemente nos traiga a la mente palabras o destellos como sus edificios de gran altura, la playa, los guiris, la fiesta tanto para jóvenes como para jubilados…

Así, llegamos a la afirmación del turismo como industria, algo que hoy en día tenemos muy asimilado y que forma parte de nuestras vidas. Todos tenemos claro que nuestro país sigue en pie gracias a ésta, ya que la otra industria, la del ladrillo, ha sido golpeada durante los últimos años por la crisis.

Benidorm encaró un modelo urbanístico que rompía los moldes culturales convencionales, y que sólo muy tardíamente ha sido reconocido por la disciplina como una contribución decisiva al urbanismo español y al mundo turístico; desde el punto de vista de la eficiencia urbana, la calidad medioambiental, la sostenibilidad administrativa y ecológica y la potencia turística.

Mal que les pese a sus obstinados detractores, Benidorm se ha convertido en el más visitado y concurrido paraíso asequible para las clases subalternas europeas. Con unas 75 millones de estancias/día anuales, es la ciudad europea con más pernoctaciones hoteleras tras Londres y París. Una ciudad que da trabajo a más de 40.000 personas durante todo el año y que en verano emplea a casi 70.000. Un espacio turístico sin apenas estacionalidad y donde la ocupación hotelera sobrepasa el 90 por ciento anual en los últimos diez años.

Frente a los fallidos proyectos elitistas, Benidorm ha propuesto unos perpetuos Sanfermines urbanos y playeros, libres de constricciones de calendario. Una fórmula de éxito, sin duda, pues esta Meca del turismo de masas, visitada ya por casi 100 millones de turistas, es el icono más representativo de la industria del ocio.

Esta fábrica urbana, que ha producido ingresos por valor de 135 mil millones de euros en los últimos cuarenta años, es una de las empresas más rentables de España, y la que, sin la menor duda, mejor reparte sus dividendos. No ha necesitado ayudas estatales ni Planes Renove y otorga a sus ciudadanos el poder de decisión. 

Benidorm constituye, junto con Las Vegas los dos únicos ejemplos de modelos turísticos claramente singularizados. La ciudad americana, desdeñando el espacio urbano, confía su oferta a la potencia de sus instalaciones hoteleras. Benidorm, por el contrario, afirma su proyecto a partir de la intensidad de su vida urbana y define su personalidad urbanística a partir del espacio público: en la actualidad, los turistas pasean por la ciudad durante más tiempo del que emplean en la playa.

Tras estas palabras de José Miguel Iribas entendemos desde sus orígenes la visión hedonista de la ciudad de Pedro Zaragoza y de acuerdo a las premisas del visionario alcalde hemos desarrollado la propuesta.

‘Learning from Benidorm’ tratará de construir un elemento emblemático dentro del skyline de Benidorm, para conseguirlo en lugar de recurrir a la escala como ocurre en la ciudad, recurriremos a la propia geometría y a lo fenomenológico. Al igual que ocurre con la obra del Olafur Eliasson ‘Your Rainbow Panorama’, coronando la azotea del museo de Arhus (ARoS), donde este espacio/instalación contribuye a la vista de la ciudad y genera todo un diálogo en la forma en quepercibimos el color de la realidad. El gran anillo circular de su estructura muestra una hermosa panorámica multicolor de la urbe.

En nuestro caso, el usuario tiene dos opciones, o caminar por el anillo perimetral descubriendo los 360º de panorámica, o descender al espacio interior que envuelve dicho anillo, el desdoblamiento de la pasarela permitir incorporar vidrios coloreados que filtran la visión del observador, generando una nueva atmósfera y construyendo un interesante juego entre la luz y el espacio, que desafía la percepción humana y al mismo tiempo, produce una nueva y asombrosa visión de 360º de la ciudad.

¿Qué sentido tiene proponer trabajar con algo tan indefinido como la atmósfera? ¿Podemos convertir la arquitectura en un instrumento de intermediación técnica entre nuestro cuerpo y lo que nos circunda? Lo que entenderíamos por espacio público pasaría así a ser un conjunto de percepciones ligadas a efectos ambientales.

De esta manera nuestra propuesta induce a efectos espaciales, tanto visuales como ambientales que desplazan el interés por el objeto a aquello que seconsigue; es decir, el efecto.

Participaciones en arquia / próxima

IV Edición 2012-2013