Se proyectan 5 viviendas adosadas en Tahivilla constituyendo una hilera transversal respecto de la rasante de la calle La Venta y una calle trasera de futura creación sobre un campo de eucaliptos. La edificación se inserta en ese fuerte desnivel respondiendo escalonadamente a la altura máxima de dos plantas y semisótano determinados por las ordenanzas urbanísticas.
Las fachadas a los dos espacios públicos que de esta manera se obtienen responden a éstos en función de su condición y su paisaje, urbano o rural: contenidas y de menor escala en la calle La Venta y deshinbida y de mayores dimensiones al campo de eucaliptos. La transición de la edificación con los espacios públicos se confía a sendos espacios libres privados de iguales dimensiones.
Se estructura el programa doméstico del siguiente modo:
La planta primera, planta intermedia, constituye la planta principal de la edificación al contener tanto los espacios más significativos del programa doméstico como el acceso principal a la vivienda; formalizado sobre la calle La Venta. El salón-comedor, espacio pasante abierto a las dos fachadas de la edificación, constituye el espacio principal de relación de la vivienda. Esta estancia es servida por la cocina, a la que se vincula directamente mediante puerta corredera, y un aseo.
La planta superior a ésta, planta segunda, al ser la planta mas independiente de la vivienda constituye la zona de noche de ésta. Se compone de tres dormitorios y un baño. El espacio resultante del escalonamiento del volumen edificatorio se aprovecha para localizar dos terrazas con pérgola, una de uso común y otra vinculada al dormitorio principal.
La planta inferior, planta baja, con acceso rodado a la calle trasera, alberga espacios complementarios de la vivienda tales como garaje o trastero y una zona de estar.
El resultado es una arquitectura silenciosa resuelta con una geometría elemental, racional y abstracta, construyendo una mirada nítida, anónima y limpia sobre el lugar en el que se inserta. Con el firme convencimiento de que las posibilidades de lectura y transformación que la arquitectura contemporánea posee son suficientes y necesarias para añadir belleza al lugar sin necesidad de recurrir a los burdos artificios de banalización del kitsch folclórico y su caricaturizada arquitectura “tradicional” andaluza.