EL INTERCAMBIADOR DE GUAGUAS DE ARRECIFE se encuentra en la entrada sur de la ciudad de Arrecife en la isla de LANZAROTE, siendo un punto vital de salida y llegada de viajeros. Es una obra modesta con un presupuesto escaso, que cuenta con recintos cerrados, espacios cubiertos por marquesinas, jardines y plaza pública.
EL PROGRAMA trata de cubrir una necesidad de la isla en general y de los que nos visitan que utilizan el transporte público, haciendo que ello se realice de una forma más cómoda y segura. Funcionalmente, el intercambiador constará de dos “terminales”, una orientada al transporte URBANO y otra al transporte INTERURBANO.
El proyecto se afronta tratando de crear un espacio versátil, que sea fácilmente ampliable y modificable, dinámico como el propio transporte pues al fin y al cabo es un lugar de tránsito, de paso. Se emplean materiales muy propios de nuestra arquitectura como la madera y la piedra, combinados con nuevos materiales, logrando así un espacio público con aspecto industrial pero sin perder la calidez de nuestra arquitectura.
Se propone una cubierta ligera de chapa sobre una estructura metálica industrial con una geometría modulada cada 8 metros, que cobra en la intervención un papel relevante y por ello, lejos de ocultarla se remarca su presencia. Al abrigo de esta cubierta se desarrollará todo el programa. Tomando ésta diferentes papeles dependiendo de la necesidad, a veces es marquesina, otras es cubierta y cuando es necesario se pliega perdiendo su propia condición de cubierta para proteger hasta el suelo las pequeñas construcciones que bajo ella se desarrollan. Construcciones que contrastan con la ligereza de la chapa. Estas piezas separarán el transporte URBANO del INTERURBANO, pero permitiendo una fluida comunicación entre ambas “terminales”.
Las marquesinas y las mámparas-paravientos protegen al viajero del sol y del viento, facilitando la ventilación cruzada, además se introduce vegetación para refrescar el ambiente, se aprovecha el agua de lluvia para regar jardines y se usan materiales con alta inercia térmica que amortiguan las fluctuaciones de la temperatura exterior, con el consecuente ahorro energético.
Nuestra condición de insularidad ha establecido, desde siempre, una profunda relación con el MAR, patente en la intervención por la propia ubicación costera del intercambiador y por el ondulante dinamismo de sus formas.