Se trata de un horno-degustación. Y se dispone de un local difícil para un comercio de este tipo.

Dos plantas, baja y altillo en “L” al fondo; tres veces más profundo que ancho; deprimido respecto a la calle, unos 35 centímetros y con varios pilares que sortear. 

Dos virtudes había que aprovechar. Cinco metros de altura en la parte más cercana a la calle y un gran ventanal que permitiría una relación muy directa con la calle (Rambla).

Un único objetivo, convertir ese local en un lugar agradable y acogedor; un espacio que invite a entrar.

Una intención prevalece en todo el proceso: enfatizar la verticalidad mediante un falso techo inclinado que recorre el espacio desde la calle hasta el interior y la elección de bombillas colgantes desde lo más alto, para la iluminación artificial. Detrás de este cielo raso se encuentran primero las instalaciones de toma de aire para condensadores y después un congelador que se ubicado en la planta superior. Se deja una ventana al fondo que permite entrever  el personal en el obrador.

Usamos dos materiales. El yeso para moldear con suavidad el paramento inclinado y paneles de madera de roble oscuro en arrimaderos, estanterías y zonas más próximas a las personas.

El resto de colores se deja al azar de lo que en las panaderías uno puede encontrar: pan, croissants, ensaimadas, tartas de chocolate, pasteles de frutas...