POR ENCIMA: DICIEMBRE 2007

Finalizados los estudios, nos encontramos ante un mundo en el que la arquitectura mayoritaria, dícese de aquella que impera en la calle, estaba lejos de las personas. Distante, como si la vida cotidiana no fuera con ella.

Aquello daba sentido a nuestra profesión, pues se presentaba una buena oportunidad de reinterpretar aspectos de la modernidad que con el tiempo se habian ido viciando e incluso mejorar lo que parecía haber caducado de ella.

Hace falta mucho optimismo y mayor ingenuidad para afrontar tal tarea, pero nuestra profesión nos nutre debidamente de ellas. Por el camino nos vamos reconfortando por la actitud de los grandes maestros, algunos ya no están entre nosotros...pero todos nos han demostrado que era posible.

Han pasado ocho años, y sólo hemos llegado a una conclusión: las operaciones que intervienen en el espacio (edificios, plazas, recorridos,....) deberían estar más cerca de las personas.

Es como si a la literatura le extirpáramos la poesía, ¿dónde se cobijarían los sueños? Dimensionar algunos de esos sueños podría ayudar a acercarnos a las personas.

Utilizar la razón debería ser intrínseco a la operativa mental, no el objetivo final. Trabajando desde el racionalismo-funcionalismo perdemos la cualidad polifacética del ser humano.

Otra conclusión, que pende de la anterior, es que la intuición es la mejor herramienta para recuperar parte de la arquitectura perdida, pues como no se puede enseñar, no está direccionada. De ella esperamos que nos abra algunas de las puertas que se cerraron, sin perder el vínculo con la realidad.

Cooperar con la razón y la intuición es nuestros objetivo. No conseguirlo nuestro anticipado fracaso. Intentarlo nuestro mayor logro.

*Cerca: lo que decía Coco (el entrañable personaje de Bárrio Sésamo) cuando se aproximaba a la cámara. la cercanía afecta a los individuos. Los afectados alteran sus emociones. Aproximarse a las personas permite gestionar sus emociones.

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