NOVEDAD. 14 Abril 2020
Arquitecto de testarudas inquietudes teóricas, el neoyorquino Peter Eisenman nació en una familia de orígenes europeos, completó su formación intelectual en Europa y tuvo por mentores sucesivos al crítico británico Colin Rowe, al historiador italiano Manfredo Tafuri y al filósofo francés Jacques Derrida. Actuando de puente entre la joven arquitectura de la costa Este norteamericana y las corrientes renovadoras del viejo continente, su activismo cultural a través de revistas, encuentros, y centros de reflexión como el Institute for Architecture and Urban Studies le hicieron protagonista de un nuevo talante profesional, expresado también en una secuencia de proyectos domésticos sumamente influyentes. Tras su participación en varios concursos europeos donde explora el diálogo entre la abstracción geométrica y la topografía urbana, realiza sus primeras obras importantes en el estado de Ohio –el centro Wexner, el Aronoff y el de Convenciones de Columbus–, manifestaciones todas de los volúmenes descoyuntados de la estética deconstructiva, que inspirará también sus proyectos posteriores en Japón o en Estados Unidos. Pero sus obras más ambiciosas y significativas llegarán con el cambio de siglo, y estarán ambas en Europa: el Memorial judío en Berlín, un campo trágico y lírico de estelas de hormigón que recuerda el Holocausto en el corazón de Alemania; y la Ciudad de la Cultura de Galicia, un colosal conjunto de edificios modelados topográficamente que no ha llegado todavía a completarse.
Peter Eisenman (Newark, Nueva Jersey, 11 de agosto de 1932) es un arquitecto estadounidense de origen judío.
Nacido en una familia acomodada de judíos no practicantes, el niño Peter sólo es consciente de su origen cuando las convulsiones de la entrada de Estados Unidos en la guerra avivan las llamas del antisemitismo. Provenientes las dos ramas de la familia de los dos extremos occidental y oriental de Alemania, un país que durante el primer tercio del siglo XX ejerce un indiscutido liderazgo científico, el padre es químico orgánico, e influye en el joven Peter para que se forme como químico en la Universidad de Cornell, pero tras el primer año cursado en esta disciplina, la afición al dibujo y los consejos de un tutor le llevarán hacia la arquitectura, una carrera que proseguirá después en la Universidad de Columbia, y cuyas exigentes demandas de tiempo y dedicación resultarán incompatibles con la natación, que desde los siete años practica con el rigor de un futuro deportista de élite.
En 1960 se traslada a Europa con una beca Fulbright, se presenta a su primer concurso y se incorpora a la Universidad de Cambridge como profesor, leyendo allí su tesis doctoral tres años más tarde, bajo la dirección de Leslie Martin y con ‘Las bases formales de la arquitectura moderna’ como tema. También en esta etapa conoce al primero de sus grandes mentores, el crítico británico Colin Rowe, que en el transcurso de dos extensos viajes veraniegos por Italia despierta en el norteamericano la fascinación por la arquitectura renacentista y barroca.
Entre sus obras destacan el Memorial del Holocausto de Berlín, la Ciudad de la Cultura de Galicia, el Wexner Center para las Artes en la Ohio State University, el Greater Columbus Convention Center en Columbus, Ohio, y el Aronoff Center for Design and Art en la Universidad de Cincinnati.