La ciudad de Granada y su Vega conforman un territorio predominantemente llano en el que tres hitos se recortan en el horizonte: la Torre de Comares, el Campanario de la Catedral, y la Azucarera abandonada; se yerguen como recuerdos latentes que hablan de la memoria de la ciudad.  El proyecto plantea la construcción de una cuarta torre, estableciendo un cambio de escala y actitud con el paisaje, y una relación visual con los tres hitos que la preceden.

La planta cuadrada se adapta a la retícula que ordena el olivar en que se inserta, a la vez que orienta sus vistas a los tres sistemas montañosos que flanquean la Vega. El programa se ordena en vertical: En plantas bajas, la vivienda, orientada a sureste, mirando hacia Sierra Nevada. En plantas superiores, la oficina atelier, orientada a noreste y a Sierra Arana. En la última planta, el estudio de fotografía, con vistas a Sierra Elvira y recibiendo la luz uniforme del noroeste. Una escalera exterior, circunscrita en el patio suroeste, permite el acceso independiente a cada ámbito. Mientras que un núcleo de comunicación interior conecta las plantas con el mismo programa.