Nadie nos contó en qué consistía “ejercer” de arquitecto. Así que en un proceso brusco de inmersión aprendimos qué era aquello y qué significaba realmente “lo multidisciplinar”. En nuestro estudio pequeño, en una ciudad pequeña y en nuestro pequeño campo de acción nos descubrimos haciendo de arquitectos… y de diplomáticos, y de gestores, y de psicólogos, y de asesores fiscales, y de ingenieros, y de informáticos, y de telefonistas, y de comerciales, y de animadores culturales, y de editores, y de aparejadores…

Ante la velocidad y la contaminación de las actuales circunstancias, el estudio se ha convertido en un “refugio” donde mantener una mirada objetiva, donde pensar y reflexionar, donde, a pesar de las prisas, no hay estrés, donde el tiempo es elástico, donde seguimos aprendiendo…

Nos es imposible disociar espacio y Arquitectura, emoción y Arquitectura… y esto, afortunadamente, no depende de la escala, ni de la firma, ni del presupuesto, ni de la época, ni del lugar. Aún creemos que la Arquitectura tiene un compromiso social y ético. Todo programa, uso, usuario, merece un buen proyecto.

Aspiramos a construir lo que proyectamos y a que se acerque a ese concepto de Arquitectura, por lo que en el proceso no existen compartimentos estancos y se van incorporando factores determinantes en todas las fases, aunque esto nos obligue a trabajar más allá de lo rentable, término del que olvidamos el significado. A cuenta de la formación…