La intervención en la plaza del Ábside de la Catedral requiería de una mirada atenta para recuperar ciertos rasgos característicos, que a lo largo del tiempo y a base de varias intervenciones, han ido dando paso al olvido.

La transición topográfica entre el Castillo de la Suda y el río Ebro se da en la Catedral y en los espacios públicos de su alrededor. La plaza se convierte en un punto de transición que articula tanto el carácter cotidiano de la condición urbana como la monumentalidad y representatividad territorial del Castillo y la Sede de Tortosa. 

Una de las principales premisas del proyecto ha sido recuperar el nivel original de la base de la Catedral, situando de nuevo la plaza del Ábside en su nivel original, permitiendo así la lectura de todo su perímetro.

Uniones, juntas e iluminación responden a la geometría de la Catedral, una de las únicas que dispone de doble girola. Hormigón a base de árido de la zona conforma toda la superficie, confiriendo así a la plaza la misma tonalidad del conjunto monumental.

 Se amuebla el espacio público mediante un pavimento a modo de grada que se ofrece para sentarse, descansar y contemplar el monumento de la Catedral. La plaza se convierte en un mirador y espacio de receso. Adecuar la perspectiva para dar la escala y proporción adaptada a la visión del arco tanto desde la llegada a la plaza como desde el interior de la plaza. Una base de actividades y a la vez un espacio recogido que abraza el Ábside de la Catedral.