La intervención efímera realizada en el patio Sambola tuvo lugar dentro de la semana Temps de Flors de Girona, durante la que se abren y adornan con flores tanto patios privados como espacios públicos de la ciudad.

La propuesta pretendía potenciar las cualidades arquitectónicas del espacio preexistente, un patio gótico insertado en la densa trama de la antigua judería. Para conseguirlo se suspendieron en el vacío del patio tres conos invertidos, a modo de grandes flores detenidas en el aire. Tras franquear el oscuro umbral abovedado que separa el patio de la calle, el visitante podía asomarse al interior de esos tres cuerpos exentos y percibir la verticalidad del patio.

Para ello, su estructura de soporte, formada por tres tubos metálicos a modo de generatrices, se colgó mediante cables. La lógica constructiva de los tres conos se podría asimilar a la de un cesto de mimbre. La ligera armazón servía de urdimbre sobre la que se enrollaba en espiral un tubo de PVC transparente que, además de definir la envolvente exterior, permitía solventar el sistema de riego.

En su interior, siguiendo el desarrollo en espiral, se disponían cientos de claveles cuyos tallos quedaban introducidos en el tubo. El uso del clavel generaba, gracias a su aspecto carnoso, una atmósfera aterciopelada y matricial, en cuyo interior la helicoide de flores dirigía la mirada hacia el retazo cambiante de cielo. Mientras, en su exterior, los  conos se mostraban en su geometría tersa y cristalina, a través de la cual sólo despuntaban, como una sutil invitación al flâneur, pequeños destellos de color.