La conservación del patrimonio arquitectónico en España durante los cortos años que van de 1931 a 1939 adquirió una intensidad sin precedentes, sobre unas bases y unos protagonistas que habían quedado definidos en la década anterior. Se llevó a cabo una práctica sistemática de conservación acorde con la realidad del país, un control de las intervenciones con estructuras consultivas del mayor calado científico, una atención a la escena internacional, un perfeccionamiento de la legislación y un salto cualitativo en la tutela monumental con la Declaración masiva de 1931.
La dedicación de personajes de la talla de Manuel Bartolomé Cossio, Ramón María del Valle—Inclán y Manuel Gómez—Moreno, así como el trabajo de los arquitectos conservadores de zona, habla de la capacidad de la República de involucrar en estas tareas, que se entendían de modernización, el esfuerzo de los mejores. Pero el Patrimonio, encuentro de historia, de arquitectura y de símbolos, en unos momentos de inestabilidad política como los vividos entonces, habría de sufrir los mismos anhelos y desventuras que padeció toda la sociedad española.
El desastre de la Guerra Civil necesitó de un esfuerzo y unos planteamientos inéditos. Sin embargo, lo que se transmitió de todo este período al finalizar el conflicto bélico, fue un discurso absolutamente tergiversado y lejos de la realidad que se ha podido estudiar, sustentado en que la destrucción del Patrimonio fue un fenómeno consustancial a la República, que arranca desde su misma proclamación — así lo demostraban las pérdidas producidas en 1931, 1934, 1936 y todo el periodo de la guerra. Y que el único interés que la República manifestó por el Patrimonio fue de orden material y económico, que no pretendieron protegerlo sino apropiárselo poniéndolo gravemente en peligro, hecho patente en su dispersión y salida del territorio nacional al finalizar el conflicto. Este libro pretende romper definitivamente esta interesada versión propagandista desde el análisis de una realidad bien diferente.
Nace en Valencia en 1950. En 1974 obtiene el título en la ETSA de Valencia y se doctora en 1983. Ha sido director del Archivo Histórico del Colegio de Arquitectos de Valencia hasta 1981, fecha a partir de la cual pasó a dirigir el Servicio de Patrimonio Arquitectónico de la Generalitat Valenciana y desde 1992 el Servicio de Arquitectura. Es profesor asociado de Proyectos Arquitectónicos de la Escuela de Arquitectura de Valencia, e imparte lecciones en diversos másters de especialización de patrimonio. Es autor, entre otras, de las publicaciones: Les vistes valencianes d’Anthonis van den Wyngaerde, El Palau de l’Almirall, La façana septentrional de la ciutat de València, La restauración y rehabilitación del antiguo monasterio de San Miguel de los Reyes para sede de la Biblioteca Valenciana, Los Baños del Almirante, seis siglos de baño público, Guia, Alejandro Ferrant y la conservación monumental en España (1929—1936). Ha realizado numerosas restauraciones y obras de nueva planta. Es miembro fundador de la Academia del Partal.
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