El edificio del Registro Civil es el escenario del contacto más tangible entre la justicia y el ciudadano. Aquí se instalan las funciones más prosaicas y próximas a las personas. Se convertirá, probablemente, en el edificio del Campus con mayor número de visitas con un público más heterogéneo.

De acuerdo con estos principios, se pretende desarrollar un edificio que acompañe su vocación funcional con un programa iconográfico que le distinga del conjunto de cuerpos cilíndricos que le acompañan.

El planteamiento es a la vez formal y conceptual. ¿Cómo transformar un edificio de traza circular en algo diferente, singular? Apuntando al carácter esencial de éste: su isotropía.

Mediante una sencilla operación se transforma el sólido capaz en una forma direccional, que busca el trazado del bosque del Campus para sustanciar su nueva condición. La forma resultante es ambivalente: incorpora y restituye al cilindro pero su presencia cruciforme también manifiesta su personalidad.

La actuación termina por cobrar sentido desde el interior del edificio, donde los espacios quedan perfectamente distribuidos en los cuatro brazos del esquema cruciforme. El programa del Registro Civil, con funciones que requieren gran superficie y admiten cierta tolerancia formal, se acomoda en la planta con la sencillez que la configuración consolidada de la cruz ha revelado a lo largo del tiempo.

El empleo de un material para las fachadas, presente en toda la envolvente, juega a la contradicción y a la recuperación alegórica de la isotropía del volumen original.