Mi primer refugio fue el vientre de mi madre.

Mi segundo refugio o mi primer refugio que recuerdo fue una manta morada y vieja y rota. La elevábamos mi padre y yo dentro de mi habitación con pinzas para tender la ropa y una cuerda.

Un Hórreo Asturiano parece una casa muy pequeña pero en realidad es como un armario muy grande. Es un lugar donde guardar cacharros y secar maíz si es que se tiene.

Me encanta veranear en Asturias porque cuando queremos ir a la playa se echa a llover y entonces tenemos que pensar en hacer otra cosa.

Aquel día la cabaña se contrajo hacia mí. La rocé y sentí que su olor a madera mojada se perdía y sólo quedaba mi aliento. Aquel día ese nuevo refugio fue verdaderamente mi madre y sólo la tuve a ella para guardarme y mantener el calor primero.

EL HÖRREO ASTURIANO COMO NIDO

 Inevitablemente un soñador de refugios fantasea con la choza, con el nido y con la cabaña del ermitaño en busca del primitivismo y la esencia del habitar.

En base de las situaciones vividas y de las situaciones ensoñadas  se escoge la tipología tradicional de un hórreo asturiano como analogía con la cabaña primitiva.

LA TIENDA DE CAMPAÑA COMO FORTALEZA

Supone un acorralamiento del espacio, la posición horizontal y el uso del tacto en la experiencia espacial.  Es La Unidad Espacial.

EL VACÍO

En este caso la luz  incide en el valor del símbolo y de la centralidad que sirven como herramientas para entender que la tienda de campaña sin sujeto que la habite podría entenderse como objeto y no como lugar.