El bolardo empezó a usarse en el centro como parche para evitar la invasión de las aceras por parte de vehículos de conductores poco considerados. Esta barrera delimita con violencia el ámbito del coche y del peatón en la calle, dando al automóvil la sensación de prioridad y desplazando al viandante a estrechas aceras invadidas por toda clase de obstáculos. La actual existencia del Servicio de Estacionamiento Regulado y del trabajo que realizan sus controladores, así como la existencia de otras zonas de coexistencia coche-peatón -tanto en varias ciudades de Europa, como en la misma ciudad de Madrid-, permiten replantear la necesidad y oportunidad del bolardo. Sospechamos, y por eso este trabajo, que a día de hoy, la política de implantación de bolardos no solo no supone un beneficio para el peatón sino que es un obstáculo y genera un gran desaprovechamiento del espacio público en nuestra ciudad.
El área de influencia de un bolardo resulta ser de casi 1 m2 entendiendo que no solo ocupa su sección sólida sino además un radio de acción por donde el peatón no pasa nunca o quizás muy de vez en cuando. Centrando el análisis en el área de estudio de la zona de Pez-Luna se contabilizan un total de 3.304 bolardos que generan un vacío urbano de 2.974 m2, que viene a ser lo que ocupa un campo de futbol 7 o la propia plaza Luna, Soledad Torres Acosta. Desde nuestro punto de vista 2.974 m2 útiles es mucho espacio público desaprovechado. Si hacemos un juego, y calculamos el precio de este área en la zona centro de Madrid -según el portal idealista en septiembre de 2009 el m2 vale 4.168 euros/m2-, obtenemos que el espacio que ocupan los bolardos en la zona de Pez-Luna cuesta doce millones de euros. ¿No parece mucho doce millones de euros para unos bolardos? ¿Y si este espacio se lo devolvemos a la ciudad y empezamos a pensar el espacio público de otra manera?
El proyecto que planteamos desde el estudio UNTERCIO consiste en la reconsideración de los elementos presentes en las calles y en el planteamiento de proyectos-calle. La primera acción necesaria para mejorar arquitectónicamente la calle es la eliminación del bolardo en el centro de Madrid, empezando por la zona de Pez-Luna. Además, este es un proyecto de coste cero, donde el reciclaje del hierro fundido de los bolardos compensa los gastos de su retirada y de la reparación de pavimento. Hacer que el centro de la ciudad de Madrid funcione mejor “no cuesta nada”.
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