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CAYUELA-MARQUÉS

Arquitecto
E.T.S. A - Sevilla - US
SEVILLA | ESPAÑA

Entendemos la obra de arquitectura como expresión del carácter del arquitecto, lo que implica continuidad y evolución. Es la intuición, filtrada por la experiencia y el estudio constante, nuestro método de trabajo.

Aparece un nuevo proyecto sobre la mesa. Comenzamos visitando el sitio y estudiando el programa como primer paso para construir un lugar sobre el que trabajar. Aparecen las primeras intuiciones, que habitualmente pasan por evocar experiencias vividas en una calle, una plaza, un parque o algún edificio; tal vez el recuerdo de un pinar, una cueva o una playa. Hablamos de sensaciones, de atmósferas e imágenes, utilizando como tablero de juego para nuestras discusiones las obras de los arquitectos a los que siempre volvemos, alguno descubierto para la ocasión, y ciertos artistas que tenemos por fetiche. Surgen preguntas sobre la escala, materialidad, estructura, tipología, etc., dirigidas a inducir respuestas emocionales a través de la experiencia física de la construcción y de las imágenes proyectadas por ésta. Imaginamos el resultado como un edificio no retórico, que sugiere en vez de explicar, que despliega significados en vez de intentar atraparlos, que emociona. Todo este camino, incluyendo discusiones con los clientes, con los amigos y en la obra, nos divierte y enriquece, y sin saber muy bien porqué, se convierte en una necesidad. Podemos resumir diciendo que entendemos la obra de arquitectura como la expresión del carácter de un arquitecto, y aunque a veces nos de miedo asumir la carga de subjetividad que esto implica como un hecho natural, es precisamente ahí donde vive aquello que nos seduce. Esto significa en nuestro caso la adopción de un método de trabajo no lineal, que se alimenta de deseos y contradicciones, de emociones y recuerdos, incapaz de sostenerse demasiado tiempo sobre un pensamiento estructuralista apuntalado por diagramas, procesos y montañas de palabras. Esto no significa capricho ni aleatoriedad, sino un modo de hacer no discursivo, donde la obra debe sostenerse por si misma una vez hallamos desaparecido, para que otros la habiten. María Cayuela Paco Marqués