Mi modo de hacer como arquitecto El proyecto esencial es el válido, aquél que no se desvía de la línea que responde a las condiciones de partida de las que nace. El concepto, la idea, el objetivo, la necesidad…determinan la respuesta eficaz, ajena a modas, estilos o imágenes preconcebidas o efectistas. Cada proyecto es un ejercicio donde el arquitecto recoge las condiciones impuestas –en ocasiones éstas son pocas, demasiadas, más o menos determinantes…- y tras su análisis meditado ha de solucionar el problema -la verdadera necesidad-, de un modo eficiente desde diversos puntos de vista. Cuanto más profundo sea el análisis previo y el estudio de las condiciones de partida más certero será el diagnóstico del asunto al que se enfrenta y así, poder llegar a una respuesta sintética y determinada, que busca la realidad de lo requerido y lo resuelve sin titubeos. No se trata de un proceso lineal ni sencillo, ni matemático… en él se entremezclan recuerdos, aprendizajes, experiencias….quizá incluso estados de ánimo, pero siempre tiene el mismo orden fundamental que arranca del análisis de los condicionantes y la búsqueda del motivo esencial, del hilo conductor, del motor que guíe todas las decisiones de la propuesta. No nos debemos desviar u olvidar del origen verdadero sobre el que se trabaja, pues es lo que hará que logremos respuestas esenciales, puras, limpias y claras. Nuestro aprendizaje nos enseña que los mejores ejercicios de arquitectura, los que han perdurado en el tiempo, son aquellos en donde se reconoce la idea, en donde la esencia del proyecto está patente en cada decisión, aquéllos que se definen con una palabra….aquéllos carentes de elementos distorsionantes o superfluos. La obra de arquitectura: un artefacto en el paisaje La obra de arquitectura, como también le ocurre a la obra de arte, ha de suscitar en nosotros emociones. Consistirá en un artefacto que interactúa entre el medio y hombre para establecer conexiones, interpretaciones, sensaciones….maneras de interpretar el paisaje,…nuestro objetivo como arquitectos será concebir una máquina en el paisaje (paisaje geográfico, paisaje económico, paisaje constructivo, paisaje social, paisaje cultural, paisaje natural…). Un artefacto que, como una precisa y eficaz máquina industrial sirva al propósito del arquitecto de utilizar del paisaje para estimular al usuario y colmar sus necesidades. Los arquitectos no debemos imponer un estilo o una estética en todas las obras, ya que es evidente que cada una de ellas habrá de responder a unas necesidades y condiciones propias. Sí nos ocurre, en cambio, que en todas las obras se comparte un modo de operar similar. El proceso para la génesis de nuestros proyectos es siempre el mismo y consiste en el análisis, la reflexión y la búsqueda de la respuesta eficaz y sintética que logre la conexión entre el medio y el usuario.