La casa y la Atalaya

Como las páginas de un libro que el viento de los años ha ido haciendo volar. Como una melodía que quedó muda, arrinconada en el olvido, con una historia que nadie se para a escuchar. Como un pedazo de nosotros mismos, abandonado en el más alto lugar. Las arrugas del tiempo acabaron quebrando la roca, a través de la cual ahora se difumina una luz que la ilumina y enfoca, como si el Sol quisiera señalar la grandeza de este lugar que el pasado dejó atrás. En el interior de sus muros todavía resuena el eco de un lugar que aun tiene mucho que decir. Que pide volver a ser, que pide volver a sentir.