El encargo consistía en la elaboración de unas oficinas situadas en Gran Vía de Barcelona. En un local de la planta baja y sótano de un edificio de viviendas entre medianeras de principios del siglo XX.
La estrategia responde a dos ideas: por un lado la planta del proyecto define varias cajas centrales adosadas a sus medianeras. Y por otro lado, unificar el resto del contenedor.
La materialidad del proyecto juega con la caja blanca tersa yuxtapuesta a la densa textura del contenedor.
El encargo consistía en la elaboración de unas oficinas situadas en Gran Vía de Barcelona.
El local se sitúa en la planta baja y sótano de un edificio de viviendas entre medianeras de principios del siglo XX de carácter clásico, presentando una geometría regular en ambas plantas aunque la baja aparece un recoveco que da acceso a vestíbulo de las viviendas.
Al mismo tiempo, la planta de carácter rectangular da fachada en sus dos lados cortos. Por un lado a la avenida y en la opuesta al patio interior de manzana. Los huecos de la fachada principal se mantiene ya que responde a la composición general del edificio, manteniendo aun la rejas de forja originales del conjunto. En la fachada del patio de manzana, esta toma una dimensión doble ya que aparece la planta del sótano a través de un patio ingles deprimido. El carácter compositivo pasa a ser huecos alineados entre ellos, con una aire de galería.
La estrategia responde a dos ideas: por un lado la planta del proyecto define, con varias cajas centrales adosadas a sus medianeras, un espacio central acotado, comprimido a manera biombo y coloca los usos mas privados en su interior, liberando de esta forma el resto del local en dos o más áreas, vinculadas a través de las cajas. Y por otro lado, unificando el resto del contenedor, manteniendo la máxima altura, mostrando los elementos constructivos existentes y recuperando las texturas. Ambas decisiones, de forma complementaria, posibilitan la amplitud y continuidad visual del local inicial, con la definición de unas zonas acotadas.
En la planta baja, se introduce un matiz en la estrategia, se unifican las paredes y los dos volúmenes centrales, y se diferencian dos planos paralelos de color gris, techo y suelo, definidos por el “libro de estilo” de la franquicia. En el interior del volumen central se coloca la nueva escalera, objeto escultórico con luz cenital.
En el sótano, un único volumen alargado blanco se adosa a la medianera, en sus extremos se afina en busca de la luz que proviene del patio o de los lucernarios de la avenida. El resto de contenedor exterior se recuperan las medianeras, con su ladrillo visto y el techo se sanea mostrando su artesonado de bigas y jácenas de hormigón.
La materialidad del proyecto, acompañado de las cuestiones espaciales, define unos espacios de trabajo desde una materialidad blanca tersa yuxtapuesta a la densa textura del contenedor, con la idea de generar ámbitos más definidos y acogedores dentro del espacio conformado por las cajas, que intenta evocar el carácter básico del local.