Cuando hablamos de resiliencia, hablamos del Perú y de su adaptación histórica a los desastres naturales. En Perú, el 80 por ciento de los damnificados anuales se deben a catástrofes naturales: inundaciones, huaicos, Niño costero y terremotos. La adaptación a nuevos escenarios y nuevas realidades es una de las características del pueblo peruano.
Después de las inundaciones que sufrió la ciudad de Arequipa en el año 2013, la ONG All Hands and Hearts reconstruyó el colegio Villa Magisterial, ubicado en la comunidad de Cerro Colorado, situada en el cono norte de la ciudad y a los pies de los volcanes Misti y Chachani. Los llamados “conos” en el Perú, son asentamientos humanos en la periferia de las ciudades formados principalmente por inmigrantes de la sierra y selva. Son, en su mayoría, áreas degradadas y sin apenas planificación urbana.
La primera visita a la escuela fue en el año 2018, pero hasta finales de 2020 no se comenzó la nueva construcción. No sabemos decir si este proyecto alguna vez tuvo un comienzo exacto, ni si tendrá un final. Fueron dos años de trabajo en un proceso de conocimiento y entendimiento del lugar, del entorno, de las tradiciones y de los sistemas constructivos, a través de numerosas reuniones con la comunidad y el profesorado de la escuela para entender sus necesidades.
La comunidad de Cerro Colorado proponía la construcción de 2 aulas y una cocina. Debido a la alta natalidad, el número de estudiantes había crecido en 5 años de 180 a 280 estudiantes.
El proyecto sufrió cambios debido a la pandemia y a problemas de financiación, pero todas las partes siempre mantuvieron su máxima adaptabilidad. Algunos de estos cambios o transformaciones eran evitables porque procedían de la mano del hombre, pero otros, no tanto.
Nos encontramos en un entorno cuya identidad está formada por muchas culturas diferentes. El tejido urbano de la comunidad se podría definir como una anarquía organizada, creada con diferentes técnicas constructivas que dependen de la procedencia geográfica de quien la construye: techos de bambú, techos planos de hormigón, paredes de ladrillo o de madera. Identidades tan diversas han creado una nueva personalidad característica de este lugar donde convergen diferentes estilos de autoconstrucción.
La respuesta nace de la propia comunidad que asimila y comprende su entorno, y lo entiende como valioso. Hay un denominador común entre todas las construcciones, que es la utilización de los materiales sin ningún tipo de revestimiento, por economía. Así que lo adoptamos como concepto de proyecto. Potenciamos los materiales tal y como son; ladrillo visto, concreto visto, madera, calamina, metal. Esto supone un ahorro importante sin dejar de poner en valor el edificio. La sinceridad del material en su estado natural ayuda a que la propia comunidad pueda sentirse más identificada con el edificio y el modo de construir, mostrando que un muro sin enlucir también tiene su belleza. Una especie de lucha por eliminar el pudor de no tener los medios económicos para terminar un edificio, y romper la trayectoria de la cooperación internacional de hacer las cosas con técnicas constructivas que conllevan una terminación ¨descuidada¨.
Se ha logrado un edificio materialmente vinculado a su entorno a base de seguir el modelo formal de la escuela existente, utilizando grandes vigas y columnas, cubierta plana y ladrillos vistos.
En el interior se ha hecho un esfuerzo por crear buena ventilación cruzada y regeneración de aire a través de las claraboyas superiores. Por otro lado, se ha dado importancia a la identificación del hormigón con el lugar mediante una técnica sencilla para que las nuevas aulas tengan ese matiz que le da nombre a Cerro Colorado.
Durante la realización del proyecto había un deseo por parte del profesorado de que el edificio tuviera usos diferentes y una gran flexibilidad ante los cambios. Es decir, que fuera una barrera entre la cancha de fútbol y el patio de juegos . Ahora es un elemento de transición entre el edificio antiguo y el nuevo, y genera unas gradas y una zona de comedor al aire libre. Es un aula polivalente que a la vez puede dividirse en dos menores por medio de las carpinterías de madera.
Cuando nos preguntan cuándo se ha finalizado el proyecto, nuestra respuesta es clara: “No sabemos ni cuándo empezó”.
Sólo sabemos que está en continuo cambio, en continuo proceso de adaptabilidad, pero, al fin y al cabo esa es la idea, porque así son los peruanos, resilientes.