Si pudiésemos recuperar el agua en este lugar sin tocar siquiera las paredes, si pudiésemos atrapar el aire y la luz sin cerrar totalmente el recinto, seguramente el mejor lugar para quedarse atrapado sería el aire húmedo entre ambos.
El proyecto consiste en el acondicionamiento de una edificación existente declarada como Bien de Interés Cultural, y tiene como objetivo la adecuación y puesta en valor de la Fuente de la Magdalena. Esta edificación está vinculada desde su origen a la preexistencia de un manantial, el cual sirvió durante siglos como equipamiento comunitario y posteriormente como depósito de agua para distribución también a edificaciones privadas mediante canalizaciones enterradas, es decir, los raudales. En la actualidad, debido al descenso del nivel freático, se encuentra seco y es objeto de excavaciones arqueológicas.
La propuesta parte de la premisa de la necesidad de recuperar el agua como elemento esencial del lugar. La recuperación va asociada al valor simbólico que ha tenido desde sus orígenes, razón principal de su interés como lugar de culto. Aspectos como el carácter cambiante del nivel freático en las distintas épocas, las numerosas intervenciones que se han realizado, los restos encontrados y documentados, los arreglos y destrucciones de acabados y muros…, han producido como resultado un “palimpsesto” de difícil lectura. En este sentido, el proyecto establece una valoración unitaria de la historia como proceso y no como forma o resultado.
El otro elemento esencial en este espacio es el aire, un aire húmedo con capacidad de proteger la fuente. Esta decisión procede de las hipótesis desarrolladas por los estudios históricos realizados por la Universidad de Jaén.
- El agua es contenida por una vasija de zinc, metal tradicionalmente vinculado al agua y con unas cualidades perfectas para ser reconocido como elemento ajeno al resto. Se trata de un contenedor elíptico con la instalación oculta de fontanería capaz de sugerir el movimiento natural que procedía de la boca del manantial. El agua rebosa por el borde, resbala por tensión tangencial y cae hacia el estrato inferior.
- La cubierta parcial es una vasija metálica invertida que captura la humedad y permite que la luz y el aire resbalen por sus bordes. Se conserva por tanto su carácter de espacio al aire libre, aunque esta vez matizando la luz cenital, a través de la creación de una “fuente invertida”.
- El suelo es un plano resistente capaz de mostrarse masivo como la piedra durante el día y traslúcido como un líquido o una tela de protección durante la noche, permitiendo ver el fondo y los restos arqueológicos protegidos.
- La puerta de entrada es tratada como una fachada interior registrable que modula la relación con el exterior: a veces hermética, a veces luminosa, otras permite la visión nocturna y el paso del sonido del agua, a veces se percibe como una puerta de un templo y otras como un acceso a una gruta.
El suelo elevado permite establecer una protección a los restos de la excavación arqueológica, y puede servir en un futuro como lugar de acceso a las galerías subterráneas del Raudal de la Magdalena, permitiendo entender el proyecto como una fase más de la recuperación de las señas históricas de la ciudad de Jaén.