En lo que parece una parcela vacía se sitúa una vivienda de tres dormitorios, oculta...Las únicas pistas que nos da de su existencia es una pequeña caja de vidrio que resulta ser su acceso y una piscina.
La casa al revés: el acceso, en forma de pequeña caja de cristal, se sitúa en la plataforma que constituye el jardín principal con piscina y desde éste baja primero a la planta del salón para terminar el descenso en la de los dormitorios, con salida a otro pequeño jardín inferior.
A pesar del aspecto radical de la vivienda ésta ha respetado el desmonte natural del terreno para su asentamiento. Del mismo modo intenta minimizar su impacto en el mismo utilizando la cubierta vegetal, buscando las orientaciones y materiales óptimos que le permitan captar calor en invierno y la ventilación cruzada que aproveche las corrientes de la zona para refrescar su interior en verano. Corrientes que se ven favorecidas por la existencia de una fachada caliente y otra enterrada, fría.
Los grandes ventanales que ocupan totalmente la fachada del jardín inferior de la vivienda se abren a las hermosas vistas del valle situado delante de ella. La distribución de todas las estancias se hace orientada hacia esta vistas. Por ejemplo, en los dormitorios se obliga a que la cama tenga que situarse frente al ventanal, de manera que se pueda ver el valle desde ella. El efecto sorpresa lo provoca la zona de vestidor de la entrada al dormitorio, oscura y que no permite intuir el espectáculo que nos espera una vez lo hemos rebasado.
Una vivienda en el límite de lo conocido y lo desconocido, en su interior y en su exterior.