El planteamiento del concurso, diseñar y construir Viviendas Protegidas de Vanguardia, conduce inevitablemente a una reflexión sobre cómo es la vivienda en España hoy. Basta echar una mirada a cómo están creciendo nuestras ciudades, para darnos cuenta de que nos encontramos con modelos de ordenación agotados, en los que la mayor parte de los edificios no merecen nuestra aprobación, con unas viviendas que no responden a las demandas que hoy la sociedad pide y con una normativa en muchos casos absurda, que no permite proponer nuevas formas de vivir.

El planteamiento del concurso invitaba a soñar. Soñar con mejores espacios, más funcionales y flexibles; soñar con respuestas adecuadas al contexto; soñar, en definitiva, con unas viviendas dignas, de presupuestos ajustados, pero de gran calidad espacial.

Pensamos que nuestra propuesta, si debía ser de vanguardia, debía incorporar en el campo de la vivienda, las técnicas y los medios que hoy están a nuestro alcance y la mayor flexibilidad posible en el uso de los espacios y en la disposición de las viviendas dentro de los volúmenes.

Pensamos en el vidrio como principal material empleado en su construcción: transparentes, translucidos, protegidos por espacios de sombra, o retranqueados, en función de su posición; permitiendo la entrada de luz natural en prácticamente todos los puntos de la vivienda; facilitando las ventilaciones, almacenando calor o frío.

Por último, pensamos unas viviendas pasantes de espacios diáfanos y luminosos, al agrupar y fijar cocinas, baños y espacios de almacenamiento en la banda central, liberando los restantes espacios de muros y tabiques, obteniendo espacios flexibles, libres y vacíos que podrán ser conectados entre sí si los usuarios lo demandan; buscando las mejores orientaciones y adaptándonos a la topografía del emplazamiento en la medida de lo posible; consiguiendo transparencia u opacidad a lo largo del día y multiplicando las relaciones visuales entre unas viviendas y otras.