La propuesta para el edificio LUCIA parte de la asimilación de la naturaleza del programa. Un edificio para laInvestigación Aplicada donde han de desarrollarse tres centros definidos, de áreas de conocimiento y trabajo distintas, con unos spin-off asociados y un futuro cuarto centro con programa abierto. Este es el primer aspecto estratégicamente relevante: el hecho de la SIMULTANEIDAD. Si la envolvente total del edificio ha de abrigar y acoger los distintos centros, entendemos que el edificio habría de dar solución no sólo al programa sino posibilitar un funcionamiento simultáneo donde independencia y relación traspasen su frontera semántica para evolucionar a un concepto de coexistencia e interacción simbiótica. De esta manera, entendemos que todo lo que ocurra en un punto concreto del espacio necesariamente habrá de tener consecuencia en los puntos vecinos del espacio. Por otra parte, la auto-organización entendida como posibilidad de futuro, como flexibilidad conceptual del espacio, se plantea como otro de los retos de la propuesta. Por este motivo entendemos la parcela y el volumen capaz definido en el plan parcial Finca de los Ingleses como un tablero de opciones y necesidades que debe permitir la organización, relación e interacción de las distintas unidades de programa.
Esta retícula de unidades o células va a ser entendida como marco flexible de las variables que ha de contemplar la propuesta, y que habrá de definir desde los espacios de movimiento, la interacción entre los centros, la modulación estructural o las distintas piezas de programa.
A partir de estos planteamientos iniciales surge un paralelismo operativo con un tipo de modelo matemático denominado autómata celular, un modelo matemático para un sistema dinámico que evoluciona en pasos discretos, y que es adecuado para modelar sistemas naturales que puedan ser descritos como una colección masiva de objetos simples que interactúen localmente unos con otros. Por tanto, una situación idónea a priori, un sistema dinámico con grupos o unidades de programa que van a establecer relaciones de independencia, convivencia, conveniencia y afectación entre ellos. Este concepto matemático tuvo una materialización de voluntad lúdica a través del JUEGO DE LA VIDA (John Horton Conway en 1970.) como un ejemplo de autómata celular, definido por un “tablero de juego” formado por una rejilla o cuadrícula de enteros, en la que cada celda se define como una “célula”. Cada “célula” a su vez puede tomar un valor (lleno o vacío) a partir de un conjunto finito de estados y se caracteriza por su “vecindad”, un conjunto finito de células que se sitúan en las cercanías de la misma y que interactúan con la primera de acuerdo a unas reglas de transición que se plantean desde la posición inicial y que provocan el cambio de estado de dicha célula generando así un sistema dinámico, que evoluciona de manera flexible e indefinida.
La propuesta va a intentar establecer un proceso generativo similar al del Juego de la Vida como método de trabajo con un programa complejo cuya solución va a ser determinada por la implementación de reglas muy sencillas que van a aportar una gran variabilidad en la evolución de los patrones. Se libera parte del solar para determinarse finalmente su volumen capaz como una retícula de células con un primer orden de 4,95 m x 4,95 m que va a dar origen a una primera fase de movimientos y otro ritmo de unidades celulares menores de 1,5 m x 1,5 m. La relación de ambas modulaciones va a determinar los elementos jerárquicamente, ya sean modulaciones estructurales, circulatorias o programáticas. La regla a introducir parte de la concepción del edificio como relación de espacios llenos a través de espacios vacíos (células apagadas y células encendidas), donde la introducción del vacío en el tablero o retícula constituye la propia regla origen. Esta primera introducción de una célula vacía va a dar lugar a sucesivos movimientos de generación y apropiación del potencial volumen construido, dejando en la secuencia generativa, un rastro de espacios o células encendidas (vacío), que establecen finalmente una relación compleja entre los volúmenes generados por células apagadas (llenas). Se trata por tanto, de encender una célula (célula vacía) que funcionará como elemento catalizador o epicentro de un proceso activo que va a determinar la solución al programa a través de estas células encendidas. La evolución de las células vacías va a desarrollarse en las tres dimensiones de manera que se produce una articulación espacial en planta y sección originada por la introducción de células encendidas (vacías) a lo largo del desarrollo del edificio como hilo conductor para la organización programática y conceptual.