La forma urbana del centro histórico de la Tarragona contemporánea tiene como base fundamental la estructura urbana de la ciudad romana, que hoy aun persiste y organiza la vida de los ciudadanos.
La Plaza del Rey aparece como resultado de la transformación medieval de la plaza romana del Concilium Provinciae, espacio urbano que ocupaba la terraza intermedia de la acrópolis de la ciudad, construida en una colina cercana al mar.
Conjuntamente con el Templo de Augusto, situado en el punto más alto de la colina, y el edificio del Circo, situado en la parte más baja de la Acrópolis siendo parte de la fachada de la Via Augusta, estos tres espacios formalizaban les tres terrazas que organizaban el espacio de la parte alta de la Tarraco tardorepublicana y altimperial.
A principios del siglo XIX, en plena posguerra y en un contexto de precariedad económica provocado por el largo asedio del ejército francés, nace en este espacio multitemporal la actual iglesia de la Santíssima Trinitat, una iglesia austera de estilo barroco reconstruida sobre un antiguo edificio religioso que fue dinamitado por el ejército del general Suchet antes de abandonar la ciudad al finalizar la guerra del francés.
La nueva iglesia se construye con muy pocos medios en una esquina entre la Plaza del Rey y la calle de Santa Anna, justo enfrente de la Torre del Pretorio y en la posición por dónde dieciocho siglos atrás discurría el criptopórtico del Foro Provincial romano que envolvia perimetralmente la Plaza del Concilum, una de las plazas de mayor tamaño del imperio. La traza del criptopórtico romano se pede observar hoy en el pavimento de la plaza gracias a una acertada intervención para mejorar el espacio público del centro histórico de principios de los años 90.
La Plaza del Rey es hoy uno de los escenarios urbanos más significativos del centro histórico y es necesario tener presente que cualquier intervención sobre la iglesia puede tener influencia en el paisaje urbano del casco antiguo.
Para la restauración de las fachadas de la iglesia, hoy catalogada como Bien Cultural de Interés Local, se propone una intervención que tenga en cuenta la história del lugar, que desvele la memoria del edificio y que respete la estructura morfológica del monumento tal y como nos ha llegado hasta hoy, considerando su austeridad como un valor resultado de sus vicisitudes a lo largo de la historia.
La intervención se basa, en primer lugar, en limpiar y desvelar las diferentes capas constructivas de la iglesia.
En la fachada lateral, la eliminación de un viejo revestimiento de baja calidad para buscar restos del criptopórtico romano, que no se encontraron, permite visualizar antiguas aperturas que corresponden a otras vidas de la iglesia, quizás cuando funcionó como granero... También en esta fachada se eliminan los bajantes y se substituyen por unas gárgolas de zinc menos invasivas que se disponen aliniadas con los contrafuertes.
En la fachada de la plaza, un velo texturado y transpirable de mortero de cal substituye a un viejo revestimiento en malas condiciones y permitie redescubrir y realzar, por contraste, los elementos más singulares y valiosos de las fachada realizados con piedra de la cantera romana del Mèdol. El nuevo revestimiento se fragmenta en franjas horizontales que coinciden con la aliniación de las pilastras romanas. Las distintas texturas del mortero perimten una doble lectura de la fachada según la distancia desde donde se observa... También se sustituyen y se minimizan las carpinterias y se restauran las puertas.
En segundo lugar, el proyecto quiere devolver la lectura simbólica a las fachadas descubriendo elementos y aperturas muy significativas hasta ahora escondidas. El triángulo y los conjuntos de tres elementos vuelven a ser protagonistas del edificio. Durante la obra se descubren tres aperturas en el frontón que corona la iglesia y se localiza la tercera puerta en el basamento, actualmente tapiada... Así, hoy se pueden contemplar de nuevo los tres órdenes de tres elementos que estructuran la fachada de la Trinitat.
De cara al futuro, en una segunda fase de intervención, se propone reconectar históricamente la fachada de la calle Santa Anna a través de la representación del ritmo de las pilastras del criptopórtico del Foro Provincial romano, pretendiendo que con esta propuesta pedagógica de superposición temporal se haga visible y más comprensible la estructura del espacio de la plaza de la Tarraco romana. Esta intervención se plantea a través de la representación abstracta de las pilastras, más dirigida la expresión del ritmo y del espacio que a la literalidad de la forma, sin voluntad de entrar en discusiones estilísticas que aun no han sido del todo resueltas por los especialistas de la ciudad.