La capacidad de las ciudades históricas para evolucionar y transformarse da lugar a escenarios urbanos ricos y complejos. En estos entornos multitemporales la memoria se encarga de cohesionar los diferentes estratos históricos que conviven en un mismo espacio formado a partir de un diálogo a través del tiempo. Resultado de todos estos procesos acumulados y gestada a través de acciones espontáneas se origina una ciudad heterogénea generada a través de la interacción de varios objetos y tejidos de tiempos y culturas diferentes que forman una unidad física y simbólica compacta y coherente.
La forma urbana del casco antiguo de Tarragona se fundamenta en el trazado de la acrópolis ciudad romana, situada en la cima de un pequeño promontorio frente al mar. Esta pequeña ciudadela amurallada se organizaba a través de tres plataformas escalonadas: el templo de Augusto en el punto más alto, dónde hoy se levanta la Catedral, la Plaza del Fórum, desde dónde se administraba la Provincia, y el Circo, en la terraza inferior. A partir de la estructura de la ciudad romana y a través de sucesivas transformaciones a lo largo de la historia, floreció un fragmento de ciudad complejo y diverso en el que la masa edificada, el espacio público actual, y el día a día de los ciudadanos conviven con los vestigios de la ciudad romana y las sucesivas transformaciones posteriores medievales, renacentistas y modernas.
Sin embargo, hoy día, el casco antiguo de Tarragona, como en muchas otras ciudades, se encuentra en una situación complicada entre la nostalgia y el abandono. La regeneración de la ciudad histórica y, sobretodo, de su substancia principal, la vivienda, es una obligación y una necesidad, por un lado porque es la parte de la ciudad que guarda su memoria y contiene los tejidos más interesantes, y, por otro, porque ofrece un modelo de ciudad compacto, denso, híbrido, humano y agradable que ofrece todo lo que desearía cualquier propuesta de ciudad eficiente y sostenible.
Mediona 13 es la rehabilitación de una de las numerosas casas deshabitadas del centro histórico de Tarragona, y la intervención consiste en reactivar la vivienda para permitir que su uso sea flexible, mejorar sus condiciones de habitabilidad haciendo llegar la luz natural y ventilación a todos sus espacios, e intentar preservar al máximo la esencia, la memoria, y el espíritu de la construcción existente reproduciendo los propios códigos de formación de la ciudad histórica, es decir, utilizando la superposición y la acumulación de las distintas capas del tiempo como herramienta de proyecto.
3 en 1. La vivienda está formada por una planta baja, tres plantas y un altillo. Cada planta corresponde a una unidad íntima que contiene espacios para cocinar y comer, limpiarse y descansar. A la vez, una gran variedad de aperturas interiores posibilitan la permeabilidad entre el espacio íntimo y el común, conformado por los accesos y salas colectivas. De este modo, las unidades pueden funcionar tanto de manera independiente, como en relación a las otras. La vivienda, pues, se puede entender como 3 casas en 1: una casa entre medianeras que puede acoger desde 3 pequeñas unidades de convivencia a una gran familia.
La vivienda se sitúa entre tres medianeras y una fachada en la calle Mediona, una calle estrecha situada sobre lo que un día fue la antigua Plaza romana del Fórum Provincial. La intervención sobre la casa se articula a través de dos estrategias fundamentales, conseguir que la luz natural y el aire lleguen a todos los rincones de la vivienda, y rehabilitar y re-adaptar la estructura de la casa a las necesidades de la vivienda contemporánea.
Por un lado, la mejora de la iluminación se consigue a través de una nueva puerta de acceso transparente en la calle que permite que la luz viaje por el corazón de la casa, la plaza interior que recibe a sus habitantes, y fluya a través de la escalera hasta las viviendas mediante una sucesión de nuevas ventanas interiores que, a la vez, proporcionan nuevas relaciones visuales entre los espacios comunes y las viviendas. En la parte posterior de la casa, se procede al ensanchamiento de un patio existente al que se le abren nuevas ventanas y puertas de balcón, permitiendo introducir luz en los espacios traseros, y permitiendo la ventilación cruzada de todas las viviendas. Las diversas ventanas interiores dejan que la que la luz se deslice por las fachadas de este atrio colectivo y llegue a todos los espacios.
Por otro lado, la estructura de vigas de madera y entrevigado cerámico sostenida por las medianeras se refuerza con parteluces, sustituyendo las vigas que por acción de las termitas no fue posible preservar. La escalera se refuerza con platinas y redondos que a la vez son su barandilla. Los muros de medianera se tratan y, donde es necesario, se desnudan para ser cosidos y consolidados. En estos muros se descubren colores que corresponden a las diversas vidas que ha tenido la casa y que son empleados en los nuevos elementos estructurales. El azulete es el color elegido para el espacio común de planta baja y la escalera, un color ya existente en esta zona de la casa y que tradicionalmente se empleaba por razones higiénicas en fachadas y aperturas como medida de protección frente a plagas y malos espíritus.
El proyecto propone un diálogo con las distintas capas del tiempo para construir un collage que acepta el juego y el azar.