Las exigencias impuestas por las agendas de la eficiencia energética y la sostenibilidad ambiental sobre el ente construido han desembocado en una creciente sofisticación tecnológica y una similar desatención por la experimentación tipológica. Este trabajo cuestiona esta situación mediante una revisión intencionada del híbrido arquitectónico, ampliando su exigua definición en el estado del arte y su vigencia frente a los presupuestos de la ecología. Mientras que los beneficios de la hibridación han sido comprobados en la industria del automóvil o la computación, no existen evidencias de aplicaciones “híbridas“ en la edificación o el urbanismo más allá de las relativas a la mezcla de usos, ni menos aún de su posible contribución a la eficiencia energética del ente construido. La táctica híbrida aquí propuesta ya no se sustenta en aspectos programáticos –software- sino de funcionamiento –hardware-, y sustituye la simple heterotopía funcional del mixed-use por una superposición de categorías sucesivas (sistemas materiales, estructurales, o infraestructurales) cuya mayor divergencia revierta en mayor capacidad de rendimiento ambiental.

No es objeto de esta investigación cuantificar exhaustivamente las transferencias energéticas del pacto híbrido, sino transparentar el modo en que éste se ha desencadenado en el proyecto arquitectónico –genealogía-, valorar su repercusión figurativa y energética –gramática-, y proponer las reglas de una nueva sintaxis proyectual. La investigación esclarece una nueva independencia híbrida que sustituye los parámetros de estandarización y eficiencia por los de diferenciación y redundancia: el concepto de redundancia en el diseño supone una actualización completa del concepto de forma óptima de la Posmodernidad y forma mínima de la Modernidad. La redundancia reúne las virtudes de flexibilidad espacial de lo “híbrido” y las de hiperestatismo energético de lo “ecológico”. Si el vigor híbrido asegura la superioridad funcional, la redundancia es garante de resistencia estructural frente a la incertidumbre del medio.

Requirements imposed by both energy efficiency and environmental agendas over the built domain have provoked increasing interest on technological sophistication and similar disregard on typological experimentation. This research aims to challenge this by means of a deliberated revision of architectural hybridity, checking its meager definition in the state of the art and its validity under ecological concerns. Unlike the proven capabilities of hybrid technology in automotive/computer industries, there is little evidence of "hybrid" applications in architecture or urbanism beyond those related to mixed-use buildings, least of its contribution to energy efficiency in built domain. The proposed hybridity is no more based on formal –software- but performative aspects –hardware-, replacing the simple heterotopy of mixed-use by a superposition of successive categories (material, structural, and infrastructural) whose greatest divergence would reverse on better environmental capability.

The aim doesn’t pretend to comprehensively quantify energy transfers within hybrid aggregates, but rather casting the way in which they have been unleashed in the project (genealogy), assess their formal and environmental impact (grammar) and propose the rules of a new hybrid syntax capable of fostering ecological capability. The thesis discovers a new hybrid independence which replaces the existing parameters of standardization and efficiency by those of differentiation and redundancy. Redundancy in design implies a complete upgrade of both Postmodern “optimal” and Modern “minimal” form: it gathers spatial flexibility of "hybrid" and hyperstatic supply of “ecological”. If hybrid vigor ensures functional superiority, redundancy is guarantee of structural resistance against environmental uncertainty.