Los ámbitos vinculados tanto a la preparación de los alimentos como alcuidado del cuerpo revelan las transformaciones de la domesticidad a lo largo de la historia y permiten analizar los cambios más radicales de la casa y sus habitantes. Desde las primeras hogueras, el cocinar ha implicado un lugar, que una vez vinculado al habitar construido ha ido desplazándose por el espacio doméstico, ampliándose y reduciéndose, alejándose o acercándose al resto de los espacios de la casa en función de distintas variables tecnológicas, sociales e ideológicas y siempre en relación con procesos de segregación de los habitantes, en los que la mujer ha jugado un papel protagonista.
Por otra parte, las dos funciones principales del baño, limpieza y exoneración, en su origen coincidentes en los ríos, recorrieron separadas una trayectoria compleja que supone el tránsito de lo público a lo privado, de lo sucio a lo limpio y de lo simbólico a lo funcional hasta que a mediados del siglo XIX se instalan definitivamente en el espacio doméstico como consecuencia de
variables sociales y tecnológicas. Durante el siglo XX, las transformaciones de la cocina y el cuarto de baño pueden ser analizadas conjuntamente dentro del espacio de la vivienda, revelando cambios muy significativos, especialmente en su segunda mitad, a consecuencia de las nuevas prácticas de consumo, las revoluciones de género, la globalización de la sociedad de la información y otros factores que provocarán que estas dos piezas se conviertan en el escaparate de unos
nuevos modos de habitar en casa.
La cocina y el cuarto de baño son, en estos comienzos del siglo XXI, términos que aluden al espacio_tiempo doméstico de una vivienda diversa, expandida en la ciudad y aumentada en el mundo virtual. Por un lado, el cuarto de baño, como unidad o atomizado, funciona como el taller de mantenimiento del cuerpo sin género, en el que las actividades higiénicas básicas dialogan con lo lúdico y proporcionan un placer saludable, sostenible y responsable, que convive con el desequilibrio psíquico de un cuerpo perfecto, eternamente joven, protésico y anabolizado. En consecuencia la cocina es un término en continua revisión, sin más definición física que las de unas regulaciones caducas ajenas a sociedad de la información; un ámbito en el que se desarrolla una cotidianeidad acelerada vinculada a unos inquilinos tan diversos como desconocidos. Su segmento abarca desde unos hábitos de consumo de un mundo global atravesado por la conciencia ecológica y de la sostenibilidad, la crisis y la preocupación por un cuerpo sano apoyado en una nutrición responsable, hasta los cuerpos obsesionados con la estética de la imagen que apenas requieren alimentos cocinados y que coinciden con los que tampoco pueden hacerlo porque carecen de medios.
Esta tesis estudia y relaciona la evolución de estos dos ámbitos domésticos, cocina y baño, en un tiempo y en un espacio expandido y aumentado, a través de distintos indicios de transformación con el fin de establecer un diagnóstico de futuro en una era de domesticidad mutante como la nuestra.