Si algo ha quedado demostrado en la era del Antropoceno es que el ser humano es una máquina de reducir la biodiversidad de aquellos lugares a los que llega. Tanto en el contexto urbano como en el contexto de la agricultura, donde el concepto de "monocultivo" ha expandido una forma de operar que consiste en hacer "tabula rasa" allí donde antes podríamos encontrar cientos de especies para dar lugar a una situación en la que habitan únicamente dos: la especie cultivada y la humana.

Esta mono-cultura de la expansión humana extiende protocolos que, desde el campo de la arquitectura y del urbanismo, deben ser cuestionados y desarticulados. El proyecto de esta pequeña vivienda, que se localiza en una urbanización suburbana de una zona rural de Baeza, pretende explorar nuevos protocolos de actuación que no supongan la completa desaparición de las condiciones que permiten la vida de las especies autóctonas que llevan habitando ese lugar desde hace mucho más tiempo que los nuevos inquilinos -una familia con dos miembros humanos, seis miembros caninos y cuatro miembros felinos-.

En realidad, pretendemos intervenir y detener un proceso de erradicación de la biodiversidad ya iniciado en el área de actuación. Este territorio, a través de figuras como pueden ser el plan parcial, ha sufrido -y sufre- un proceso atroz a través del cual pasa de ser paisaje a ser un número X de parcelas o solares delimitados por líneas imaginarias, cuantificados con números (área, distancia a un centro comercial, etc) y cualificados desde un punto de vista absolutamente antropocéntrico (vistas, seguridad, etc).

Nosotros nos proponemos, como ya hemos dicho, intervenir e invertir este proceso. Uno de los objetivos principales de este proyecto, que actualmente se encuentra en las fases iniciales de construcción, es el de devolverle a este "solar" su condición de paisaje y el de reproducir en la vivienda y en su jardín las condiciones naturales que un día tuvo y que son la base para la vida de una enorme cantidad de seres vivientes (flora y fauna) que ya estaban ahí y de los nuevos habitantes (humanos, felinos y caninos).

La primera fase de este proyecto fue realizar un intensivo estudio, asesorado por profesionales cualificados, acerca de la flora y la fauna de la zona para la elaboración de un completo censo de especies autóctonas que a día de hoy sigue creciendo gracias a la colaboración de los clientes, totalmente involucrados en este proceso de co-habitación inter-especies. Una vez hecho esto, se procedió a realizar un proyecto que integrara las necesidades de los nuevos inquilinos con las necesidades y los hábitos de comportamiento de las especies censadas pre-existentes en el lugar. En este proceso se encontraron oportunidades de proyecto maravillosas, como son los hábitos de Alex, uno de los habitantes humanos, que, al igual que sus cuatro gatos, prefiere pasear en soledad las cubiertas de la vivienda, encontrar remansos de paz donde leer en silencio; mientras que Lurdes, su pareja, prefiere la vida en el jardín silvestre, donde puede disfrutar, junto a sus perros, del olor del romero y otros arbustos autóctonos.