La Zona de Exclusión de Chernobyl (CEZ) se ha convertido en un refugio inesperado para la vida silvestre. Este hecho sorprendente es tanto una manifestación inspiradora de la resiliencia de la vida como un triste ejemplo de cómo la radiación nuclear, a pesar de sus efectos desastrosos, es un obstáculo menor para los animales que los propios humanos. Específicamente, este proyecto se concentra en las arañas tejedoras de la familia “Araneidae”. Estas criaturas han estado creando redes erráticas y menos efectivas como resultado del desafiante entorno de la CEZ. Además, esta familia de arañas tiene una alta capacidad de adaptación, por lo que hemos optado por no reemplazar, sino aumentar sus procesos de creación de telarañas para mejorar sus posibilidades de supervivencia.

Proponemos construir artificialmente el entramado general de sus telas, tras lo cual las propias arañas pueden concentrarse en crear la parte más importante de la estructura: la espiral de seda pegajosa, que captura insectos. Las arañas gastan una gran cantidad de energía para crear el marco, por lo tanto, nuestra propuesta asegura que solo puedan trabajar en la producción y tejido de la seda pegajosa, recuperando sus capacidades de caza con el tiempo con una mínima intervención humana.

Imaginamos que un agregado de estas redes crea un dispositivo arquitectónico móvil, que puede contener y transportar un grupo saludable de arañas. Varios sensores controlan las "patas", que pueden seleccionar ubicaciones y orientaciones óptimas para una mayor captura de insectos. Las patas solo se moverán un máximo de dos horas al día, y siempre durante el día cuando las arañas estén inactivas. Sus movimientos serán extremadamente lentos y orgánicos, evitando vibraciones perturbadoras.

Nuestro diseño busca generar una presencia inquietante y tranquila insertada en este contexto post-apocalíptico. Bajo la mirada humana, estos artefactos portadores de vida interactuarán directamente con el subconsciente imaginario mismo.