Tras derribar todos los tabiques, retirar la cocina y el mobiliario existente, pudimos redistribuirlo todo. Para unificar y ampliar los espacios, colocamos un parquet de roble en todo el piso. El color, ligeramente meloso, permite realzar todo el mobiliario que hemos diseñado y realizado a medida en melamina y luego lacado en blanco puro en el camarote.

El primer mueble de cocina, en el que se inserta de forma invisible el lavavajillas y el fregadero, tiene una tapa de roble y un protector contra salpicaduras de baldosas de cemento. El segundo mueble de cocina, también con tapa de roble, se inserta debajo de la escalera existente, la campana, también oculta debajo de la escalera, se cubre con un revestimiento de roble idéntico a los muebles. El aparador y la parte inferior de la escalera están revestidos con pequeños azulejos negros. El frigorífico, el congelador y el armario están totalmente integrados en los armarios, que cuando están cerrados no sugieren su función.

Luego elegimos los nuevos colores de las paredes en tonos azules, repintamos y barnizamos las antiguas escaleras de abeto para que pudieran integrarse a un menor costo en el conjunto del proyecto. Para preservar la privacidad de la calle y proporcionar la máxima luz natural, se han instalado persianas blancas en las ventanas, así como una película translúcida en la puerta de cristal de la entrada. El espacio diáfano es continuo desde la entrada, y sólo el diseño del mobiliario caracteriza las diferentes funciones de los espacios.