Paisajes geométricos.
Según Irigaray "el deseo no es simplemente un impulso sexual o materialista, sino una motivación profunda y compleja que está arraigada en las relaciones con nosotros mismos, con los demás y con el mundo que nos rodea". De esto trata precisamente la intervención en la escuela San Antonio. La obra en su conjunto cede la responsabilidad al usuario para que, en su reunión, en su actividad, en su juego, en su deseo, haya espacio para el de los demás. El efecto es una estrategia paradójica en la que el espacio individual y abstracto se vuelve valioso al ser compartido, en el que la cueva sólo es sugerente porque alguien está escalando la montaña.
La intervención agrupa la renovación de un patio exterior, un claustro interior y la modernización de la anterior fachada de acceso al colegio. Mediante las formas geométricas puras se trata de unificar las 3 composiciones.
La fachada original era la sucesión longitudinal de varios edificios construidos en épocas distintas, con grandes variaciones en composición y altura. La intervención trata de crear una composición uniforme y unitaria de todo el frente a través de una liberación de todo ornamento. El diálogo visual perceptivo entre calle y espacio interior busca desdibujar los límites de la obra poniéndola en conexión con su entorno. La intervención dota al conjunto de una imagen reconocible y contemporánea.
El patio exterior de juego trata de enfatizar la permeabilidad que hallamos en la fachada. Esto se realiza a través de una conexión visual apreciativa con el exterior, mediante una estructuración de malla metálica se conforma toda la composición del lugar.
Por un lado, y utilizando la malla metálica como soporte, una serie de formas geométricas, adaptadas a la escala de los usuarios y geométricamente reconocibles, se disponen de forma ortogonal donde múltiples juegos y circuitos parecen brotar a partir de ellas. Este elemento consigue reprogramar una medianera ciega de unos 80 metros de longitud que separa la propiedad vecina del colegio.
Por otro lado, a raíz de este cierre metálico y conforme avanzamos hacia el final del patio, nos introducimos en una serie de plataformas. Estos soportes de madera pretenden evocar una geometrización de la naturaleza, representan diferentes paisajes conocidos y se adaptan a su uso en escala.
En el claustro se crea una estancia semicerrada que amplie la superficie cubierta potencialmente utilizable durante todo el año. Se propone una cubierta casi etérea de ETFE que hace posible el máximo aprovechamiento de luz natural. Siguiendo el mismo patrón geométrico que en el resto de la intervención, al espacio rectangular del claustro original, se le macla una nueva geometría circular consiguiendo duplicar el espacio cubierto disponible.