Entendemos el modelo de Alojamiento como un espacio de residencia transitoria, para un tiempo intermedio en la vida de las personas. Planteamos el proyecto desde un fuerte compromiso con la vertiente de bienestar social del mismo.
El edificio se concibe como un volumen dinámico y contemporáneo desde el exterior, con una tamaño vertical reducido que se mueve en sus fachadas para provocar una reacción con el espacio urbano que lo haga más agradable a pesar de su gran dimensión.
El proyecto apuesta por ser un lugar de convivencia intergeneracional, donde todos se relacionen manteniendo su propia privacidad y desarrollo personal.
En cuanto al espacio común, dadas las características de reducidas dimensiones que el carácter de alojamiento requiere por sí mismo, se opta por fomentar puntos de encuentro y de expansión, protegidos parcialmente por pasarelas en la planta primera.
Tanto el patio como la galería no se limitan a ser meros espacios de comunicación, sino que en ellas se producen dilataciones del camino para dejar de ser pasillos y convertirse en zonas de relación entre los habitantes del alojamiento en un entorno abierto pero protegido del exterior. Igualmente, la cubierta se concibe como un gran espacio, al aire libre pero de uso privado, en el que poder realizar diferentes actividades comunes.
El espacio público se convierte así en el lugar de estancia de toda la comunidad, el sitio para celebrar fiestas, disfrutar del final del día o charlar con un vecino.
Si bien se fomenta el encuentro y la relación entre los inquilinos, cada alojamiento se estructura con un grado de intimidad y privacidad desde las zonas de uso común hacia las fachadas exteriores, trabajando con cuidado la posición y tamaño de los huecos de luces. La puesta en común de los espacios de la unidad de alojamiento hace que las posibilidades de habitarla queden abiertas a las necesidades y apetencias de cada usuario y no a las decisiones de proyecto.