La infancia, ese momento de nuestra historia personal en el que tan abiertos estamos a lo que el mundo nos ofrece, en el que queremos investigar sobre aquello que selecciona nuestra curiosidad y quedarnos con las cosas que más nos alimentan. Entendemos que investigar, charlar e intercambiar ideas con ellos, puede arrojarnos luz en muchos aspectos. Al mismo tiempo, nosotros podemos mostrarles formas de habitar que ellos todavía no han tenido ocasión de conocer, porque no existen en su entorno construido, y ver qué ventajas tienen.

El proceso tuvo lugar del siguiente modo:

Los niños nos cuentan, por medio del dibujo y la conversación, qué es lo que ellos entienden por una casa, su forma, su color, los elementos que la constituyen…

Descubrimos juntos, por medio de las imágenes y las narraciones, cómo existen otras formas de habitar, otros espacios para dormir, comer, jugar y aprender. Otras interpretaciones del tejado, de la cara del edificio, de las puertas y del lugar donde puede “situarse” una casa, como son los árboles, el agua… Buscamos, en cada una de estas propuestas, las ideas que más nos interesan e intentamos explicar otras formas de habitar la casa.

Más tarde, comprobamos, a través del dibujo, las palabras y la música, si existe interés por incorporar alguno de estos nuevos descubrimientos a nuestra casa. Observamos cuáles son y si éstos sustituyen a las ideas iniciales o si se funden con ellas para generar el lugar en el que les gustaría vivir.

Y llega el momento final, contar a los papás cómo ha ido la aventura. Para ello, montamos una exposición con sus trabajos en una de las salas de la Fundación y los niños, emocionados, cuentan a sus papás todo lo que han descubierto esa mañana, mientras miran sus trabajos.