El proyecto nace de la decisión de hacer un aljibe para recoger el agua de la cubierta, esta circunstancia se aprovecha para construir un nuevo estudio. La parcela situada en las afueras de Palma ha quedado embebida en el crecimiento masivo que han realizado nuestras ciudades en la última década. Si el viejo estudio estaba situado en un primer piso con vistas al campo de Mallorca, ahora el estudio mira la tierra a lo más cercano.
Las características de la parcela indican como colocar el nuevo estudio: cerca del muro de cipreses, orientado a Norte protegido del viento, dejar la mayor dimensión posible de huerto orientado a Sur para poder cultivar, y la circunstancia más importante, incluir la circulación de la vivienda al pozo para coger agua potable. Este uso, de ir y volver, será el nuevo centro del estudio. A partir del pozo se coloca a sus lados dos volúmenes que convierten este lugar en un patio recogido entre la vivienda y el huerto. El estudio arropa, ampara, protege el huerto y a la vez lo ojea.
Se proyectan dos cajas, la mayor para pintar (más altura, más luz, ventanas muebles para que sean usadas por el pintor) y la caja menor para almacenar y mostrar la obra.
El juego de la construcción:
Dos modos, uno en la caja de obra y el otro en la caja de madera.
La caja de obra se construye con materiales estándares de la construcción actual (más económicos). Se elige la termoarcilla por su capacidad de resolver el muro en una sola hoja. Luego se descubre la sorpresa del juego que tiene este ladrillo. Para el forjado también se utilizan materiales comunes, como la vigueta de zapata y las bovedillas de cemento; nos fascina como queda la bovedilla puesta del revés, como si fueran lonas de tela que cuelgan.
Las carpinterías se convierten entonces en cajas dentro de otra caja, por las que uno entra y en las que uno usa. A través de ellas se pasa, entra la luz, el aire, se mira... y en ellas se está, se lee, se pinta, se trabaja, se charla, se descansa, se hace la siesta...