El interior de la casa tradicional construida a principios del SXX se adapta a las necesidades y usos actuales, mediante operaciones mínimas y puntuales, como abrir cocina y sala mediante el derribo de muros no portantes, alguna ventana nueva, un nuevo baño y unos armarios.

Se amplía la vivienda con un apartamento en una esquina, con acceso independiente. Los muros se construyen con marés de 20cm de espesor procedente en su mayor parte del derribo de una pocilgas y cierres de parcela ahora inútiles. El forjado se construye con chapas de acero colaborante, parte de las cuales son regaladas por el herrero por tratarse de sobras de otras obras. Los dinteles se resuelven con dos perfiles L80, que contienen restos de marés de 5cm que soportan la obra de mampostería. El encuentro entre el nuevo volumen y el antiguo horno, donde se coloca el baño, se resuelve con una franja de pavés que ha sobrado de las ocho viviendas. Se ha levantado una nueva escalera mediante piedras empotradas, todas procedentes de los alrededores de la casa.