Los propietarios adquirieron una antigua edificación llamada Can Cresta en estado de ruina.
La tipología resultaba excepcional en cuanto se trataba de una antigua fábrica de zapatos, con una estructura de grandes luces y pilastras de marés.
Además, se conserva en perfecto estado un aljibe de 160m3. Una parte se utilizará como reserva de agua y la otra como cámara de aire atemperado. Unos ventiladores inyectarán dicho aire en el piso superior, haciendo innecesario el aire acondicionado.
La propuesta se coloca encima de todo esto intentando molestar lo menos posible.
La estructura metálica de 180m2 ha costado 24.000 euros.
Todo el material reutilizable se ha guardado para levantar el garage hacia el callejón trasero, donde todas las facahadas vecinas son de marés.
En el patio interior , sin embargo, aparecen todo tipo de ejemplos de autoconstrucción, constituyendo un paisaje rico y desordenado. Dicha fachada se resuelve con placas ligeras de fibrocemento tipo uralita, aislamiento de 10cm de lana de oveja y trasdosado de placa de celulosa reciclada tipo fermacell.