La intervención abarca un conjunto de actuaciones promovidas en la Comunidad de Calatayud por el Plan de Dinamización del Producto Turístico de dicha comarca, encaminadas a mejorar, recuperar y fomentar determinados enclaves de su geografía, que por su interés cultural o paisajístico contribuirán de manera activa al desarrollo turístico de la Comunidad.
Dentro de dicha estrategia se diseña un singular sistema de equipamiento y mobiliario que, pudiendo acomodarse a diversas situaciones geográficas, proporciona áreas estanciales dotadas de contenido informativo, identificativo, y de elementos de reposo y seguridad.
Dada la dificultad de montaje y trabajo en determinados emplazamientos, se desarrolla un sistema modular de elementos que, fabricados y montados en taller, se puedan colocar fácilmente en la montaña adaptándose a las irregularidades de la misma. Para su diseño se parte de la imagen corporativa de la Comarca, una estrella mudéjar, que se fracciona según su geometría básica en piezas-tarima que unidas proporcionan superficies pisables planas o escalonadas. A dichas piezas se pueden acoplar una serie de elementos cartel, mesas de interpretación, barandillas y bancas, que les confieren contenidos y usos.
Sin olvidar que la verdadera riqueza del proyecto es el mismo paisaje que se pretende acercar al visitante, los miradores asumen su papel de instrumentos que facilitan el acto contemplativo, enriqueciéndolo con datos, información y por supuesto, confort. Dentro de esta filosofía las piezas aparecen al usuario como ligeros y alegres artilugios colocados para mirar y percibir el paisaje (sentados y en reposo, o a través de marcos que, creciendo desde la roca, encuadran zonas de interés singular, o comparando lo que vemos con la lectura de su historia escrita) pero que a su vez ocultan su presencia lejana difuminándose con la montaña.
Los lugares iniciales de intervención fueron el entrono del molino de Cimballa y los Ojos del río Piedra, emanaciones en el terreno del río que aguas abajo se desparrama en las cascadas del famoso Monasterio de Piedra, en Sisamón asomándose sobre el vasto páramo del Sabinar del Solorio, límite difuso entre Aragón y Castilla, y en Villalengua a la manera de una serie de árboles-pérgola que desarrollan la sombra suficiente para pasar una agradable tarde de merienda en verano junto al río Manubles.