El proyecto se inserta en un lugar constreñido y gris, con poca luz y menos posibilidades de adaptación, en el que sin embargo se muestran latentes todos los elementos necesarios para el desarrollo de la arquitectura. Una calle oscura, fresca y viva, seguida de tres plantas de edificación, que desembocan sobre un skyline trasero de Alicante, el Castillo, la Catedral y los tejados del casco antiguo.
Todo está ya presente, sólo es preciso ponerlo en valor. La historia de la arquitectura lo entiende mediante el “genius-locci”, respetar el lugar, construir con él. Nuestra propuesta es la posición inversa, construir contra el lugar para poner en valor aquello que nos interesa. Seguramente siempre fue así, porque sin la presencia de la arquitectura cualquier lugar no podría entenderse de esa manera.
Consideramos la fachada existente como un elemento más del medio que la sociedad creó y el tiempo ha integrado en un entorno histórico, de forma que responde hacia el exterior midiendo la relación con sus contemporáneos. Es la única vinculación pretendida del proyecto con esta preexistencia, por lo que la construcción interior se retira de ella y la envuelve con un velo translúcido, dejando pasar el aire y la luz entre medias, a modo de patio perimetral.
La distribución del programa se lleva a cabo en dos paquetes: administración y formación-representación. Se apuesta por la fragmentación de los paquetes en altura, dejando las plantas baja y primera para la parte administrativa y las plantas superiores para formación-representación. Esta disposición presenta la ventaja de tener en las plantas bajas la parte de atención al público continua, facilitando la relación con los colegiados y visitantes, mientras que permite situar las salas de formación y actos representativos más sectorizadas y cercanas a la planta ático, donde se dispondrá una terraza para eventos con vistas al Castillo y la Catedral.
El proyecto establece una sucesión entre plantas “construidas” y “no-construidas”. Las primeras niegan la relación con la fachada girando respecto a ella y construyéndose como cajas cerradas que conforman el suelo y el techo de las plantas intermedias. Se sitúan en las plantas segunda y ático, siendo su materialización con paneles metálicos lacados en un color representativo de la entidad, realzando su imagen. Las plantas “no-construidas” establecen una relación directa con la fachada, por ello carecen de elementos opacos, conformándose casi exclusivamente por el mobiliario. Se sitúan en planta baja, primera y tercera.
El edificio crea una zona baja abierta a la calle, continuada por una sucesión de plantas abiertas y cerradas, que comprimen y descomprimen el espacio, que aceptan y niegan la fachada previa, para acabar lanzando la mirada sobre el casco antiguo de Alicante y sus elementos más representativos, de nuevo, construir contra el lugar para revalorizarlo.