“Andrés es un personaje a quien una profunda decepción unida al anhelo de algo ideal, le lleva a lanzarse a lo imposible con una convicción y ceguera absolutas. [......]
Andrés Buenaventura desafía la realidad hasta atravesar el espejo que lo separa de la ficción. Pero él no entra en la ficción de forma voluntaria ni conscientemente, sino que la literatura se apropia de él y lo convierte en Sísifo Buenaventura. [......]
Los libros son bocas de mandíbulas mecanógrafas, de dentadura enciclopédica, de colmillos léxicos. Los libros tienen el gaznate estrecho, el aliento amarillo y las caries tintas. Los actos extravagantes, como el llevado a cabo por Andrés Buenaventura, acostumbran a ser cebos provocadores para ellos. Si te devoran pasas a formar parte de la Literatura. Entonces dejas de existir, te descompones en habladuría, ficción, concepto. Eres nadie y muchos. Eres espejo sin amo, eres reflejo sin dueño. Así el gran libro de la Literatura engorda unas páginas de peso mientras el mundo de lo real mengua y sigue. "
* Extraído del texto de presentación de Sísifo B, Iñaki Rikarte.
El proyecto consiste en realizar una escenografía para contar la historia de este personaje y su particular universo, capaz de representar en el transcurso de la propia escena un salto de ida y vuelta que va de lo figurativo a lo abstracto, con unas restricciones formales y constructivas especialmente exigentes.
Planteamos la escenografía de Sísifo B como una coreografía que con sus movimientos acompañe al texto de la obra. Una escenografía que al tiempo que da respuesta a las situaciones planteadas sea capaz de construirlas con sus propias herramientas. Un mismo y único elemento capaz de transformarse en escena.
El tamaño y su configuración tienen como condicionante dos puntos de partida definitivos que hacen de la pieza un elemento “sin un solo gramo de grasa”. Por una parte la escenografía es para una función con gira que viaja en furgoneta, con un repetido proceso de montaje y desmontaje. El número de elementos ha de ser el mínimo. Y por otra, los cambios que sufre la escenografía y que acompañan a la historia serán visibles durante la función por lo que han de ser gimnásticos, rápidos, fáciles.
Se genera un ciclo - transporte/ montaje/ prólogo/ primera parte/ segunda parte/ desmontaje - en el que todos los estados son igual de determinantes
Como resultado, 52 kg de escenografía dividido en 5 paneles independientes y autoportantes, una ventana y una puerta configurables (aforables). 3.30 m3 de escenografía plegada, que se transforman en 14 m3 en escena capaces de conformar unos espacios cuya único elemento en común son una puerta y una ventana que separan a Andrés de una “realidad” cambiante y que además permitan la repetición del ciclo y de cada una de sus etapas de forma ágil y eficaz.
La construcción del relato escenográfico
En el prólogo se parte de un espacio abstracto donde la escenografía está disuelta, un lugar que no remite a nada, donde se desarrolla la acción. No hay relato, la escenografía no impone condición alguna salvo la de la propia realidad representada.
En la primera parte, lo que en un principio era abstracto se vuelve figurativo. La escenografía se pliega sobre sí misma para construir un recinto, una jaula quizás. Lo que antes abría las posibilidades a la acción encierra ahora a Sísifo en tres paredes. El recinto se construye físicamente, y con él se articula el relato (escenográfico): es un lugar en construcción, donde la única relación con el 'exterior' es una ventana, la ventana (bisagra fatal como se mostrará en el momento final) a través de la cual se perciben de modo lejano los ecos del exterior.
En esta parte donde Andrés Buenaventura se convierte en personaje y entra en la ficción es donde la escenografía construye su relato para acompañar a la acción. La ficción queda así construida por las tres paredes que en el primer acto fueron fondo, lugar por tanto de múltiples posibilidades que ahora, encierra al personaje.
En la segunda parte es donde se desvelan los mecanismos según los cuales el relato ha sido construido y la escenografía por tanto también. Las paredes desvelan su trampa, el cartón que las componía, su relato, su ficción.
Una de las paredes, aquella que contiene la ventana cae, y con su colapso cae también el relato, cae la construcción según la cual Andrés se había convertido en Sísifo. Ya no hay luces y sombras, aquí todo queda al descubierto.