Una alfombra de bienvenida en la puerta de una casa habla de calidez, hospitalidad y optimismo. La propuesta es un edificio que invita a entrar y a ser vivido, a que se habite y se disfrute. El edificio se articula mediante un corredor que no es un mero elemento de conexión sino un modo de habitar y que extiende una alfombra programática en la puerta de cada casa.
Conceptualmente el proyecto es la suma de dos elementos: una unidad residencial privada más un volumen público que actúa de transición entre la ciudad y la vivienda. Un espacio que promueve las relaciones, la improvisación y la interacción y que persigue un único objetivo, sacar la casa a la calle, conquistar el espacio exterior que lo rodea y colaborar en la idea de barrio, de ciudad.
La elección de una tipología de vivienda pasante se basa en criterios de calidad lumínica (sol de sur en las zonas de día) y de una correcta ventilación cruzada norte-sur para conseguir una arquitectura de bajo coste energético.
A está unidad tipológica se le adosa una pieza abierta y permeable de acceso a las viviendas que enfatiza la expresividad de la vida doméstica. Este espacio extra es una extensión de la vivienda (zona de juegos y lectura, espacio para bicicletas, tendedero, jardín de invierno…) Una pieza que articula la vida del edificio y de la propia vivienda, a la vez que separa 3 metros las pasarelas de acceso de las viviendas para dotarlas de la debida privacidad. Construye el porche de la casa, un espacio que recibe, se habita y da la bienvenida.