El proceso de reforma interior de una vivienda de dos plantas en Boadilla del Monte, compuesta en su inicio por cinco habitaciones, salón, cocina y tres baños se ha planteado como un ejercicio de búsqueda de amplios espacios y de pureza en la construcción y uso de los nuevos materiales.
El nuevo programa alberga en planta baja el gran salón-cocina, lavadero, habitación, baño y entrada, mientras que el nivel superior es al completo el dormitorio principal, equipado con tres terrazas, vestidor y cuarto de baño. Una vez definido el programa, nuestro objetivo fue el desarrollar el concepto inicial desde una perspectiva de sinceridad constructiva.
Se elimina lo superfluo y se dota a los suelos de la máxima capacidad expresiva, eligiendo una tarima de madera maciza de pino de Oregón de la casa Dinesen, debido a que permite alcanzar una longitud de tabla de hasta 15m. El módulo impuesto por esta elección, ancho de tabla 20 cm, provoca el redimensionado de los espacios, poniendo especial énfasis en la coincidencia de juntas entre tablas, divisiones y armarios. Las tablas son continuas en cada habitación, cubriendo cada estancia de lado a lado y variando su orientación dependiendo del ámbito, contando con juntas sólo en una dirección. El salón es el caso más llamativo, donde los tablones alcanzan los 460 cm de longitud.
Los armarios actúan como elemento definitorio del límite de cada estancia. Están modulados cada 60cm, haciendo que la apertura de las puertas se conviertan en una única geometría con las juntas de la madera. El encuentro entre los planos horizontal y vertical, se formaliza mediante una línea abstracta definida por un zócalo de 25mm que funciona como transición entre los diferentes elementos constructivos de la vivienda.
La escalera se trata como un volumen singular, bañada por la luz cenital del lucernario de cubierta y ejecutada íntegramente en chapa de acero de 1mm de espesor, que contrasta con la calidez de la tarima de madera empleada en el resto de la vivienda. Por último cabe destacar la sustitución de la carpintería exterior por correderas de la casa Cortizo, de poco espesor de marco, que permite la conexión directa del espacio interior con el exterior de las cinco terrazas con las que cuenta la vivienda, pasando de la madera de pino de Oregón del interior al ipé del exterior.
Finalmente se dota a la vivienda de tres piezas singulares que pasan a ser elementos característicos y definitorios de cada espacio, como son la cama en la planta alta, el mueble de la entrada y la isla que divide la cocina del salón. A diferencia de los armarios estos están realizados en tablero alistonado de pino, procedente de Galicia, acabado con lasur de color blanco para conseguir el mismo tono que en el acabado de los suelos, tratados con lejía especial para suelos de madera.
El resultado es una vivienda de espacios amplios y luminosos que se vuelcan a las diferentes vistas. Espacios diseñados y construidos para poder descansar, trabajar o festejar.