El proyecto surge de la necesidad de disponer de un espacio cubierto en el parque Ugarkalde, capaz de acoger actividad los 365 días del año. La nueva cubierta supone la adición de un elemento en un parque ya existente, pasando a complementar así el resto de zonas de recreo que componen este espacio urbano. El nuevo espacio cubierto se sitúa sobre una de las dos zonas de juegos -la de mayor superficie-, alcanzando una extensión en planta de unos 170m2.
El proyecto trata de generar una pieza ligera, acorde al entorno y al uso al que está destinado. La geometría y extensión del área a cubrir son el punto de partida para la generación de un juego estructural que dota de dinamismo al nuevo elemento.
Ese juego estructural, articulado a partir de perfiles metálicos visualmente continuos y en zigzag, se traduce en una serie de arcos de altura variable que se adaptan de forma natural al espacio, salvando la luz con ligereza. Esta condición de ligereza se enfatiza mediante el uso del ETFE como material de cubrición.
Por otro lado, se busca huir de la imagen de pabellón, ofreciendo por el contrario una respuesta más acorde al uso lúdico al que va asociado.