La dialéctica entre dos pabellones demanda su ambivalencia material.
Un pabellón estático, masivo y corpóreo, en base a sólidas planchas de
hormigón sobre una cimentación estable contrasta con otro flotante, ligero,
de madera; móvil y maleable.
Sus usos son prolongación de su naturaleza, el primero se encarga de dar
seguridad y cobijo, uso habitacional. El segundo es un espacio servidor, de
reflexión sobre la inmanencia de nuestra existencia, un módulo de lectura y
distensión.
Ambos ligados entre ellos y a la tierra por una pasarela flotante
casi inexistente.
Un pabellón es una roca perenne en medio de la nada que supone la
perfecta reflexión del agua, el otro es un pequeño bote que se aferra a esta
seguridad tambaleándose a merced del viento y de las olas.
Abraham Sancha Sunyé
Estudiante
E.T.S. A - València - UPV
VALÊNCIA | ESPANHA